Dayrí Blanco | @DayriBlanco07

Cinco meses tiene escuchando María Esperanza Chirinos sobre los CLAP. Ella no es la única. Desde que el Gobierno anunció el nacimiento de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción la mayoría de los hogares del país los sigue esperando en sus casas con la prometida bolsa de comida a un precio que en teoría debe ajustarse al recortado presupuesto familiar. Pero los reportes dan cuenta que el plan con el que se pretendía acabar con la crisis alimentaria no ha funcionado: los alimentos distribuidos desde abril por este mecanismo son el equivalente a tres días del consumo nacional. Solo eso.

En números se trata de un poco menos de 100 mil toneladas (tn) de productos los que han sido vendidos directamente en las comunidades del país, cuyos habitantes necesitan diariamente 31 mil tn, según detalló el diputado de la Asamblea Nacional (AN) Carlos Paparoni. “Eso evidencia que nuestro problema no es de producción sino de distribución”.

En Carabobo las cifras también son negativas. Solo 24% de la población en la región ha accedido alguna vez a las bolsas de los CLAP. De manera oficial se conoció a través de la gobernación que habían sido repartidas en total 185 mil bolsas, que es igual a 4% de las familias del estado.

Para el diputado de la AN, Juan Miguel Matheus, el problema es que el gobernador Francisco Ameliach “no le entra al problema del hambre, instrumentaliza los CLAP con fines políticos y excluye a 96% de la población”.

ESTRELLAS DEL HAMBRE

Yolanda Castillo recuerda claramente las imágenes que difusamente vio aquella tarde en el baño de su casa. Tenía un día entero sin comer. No tenía comida ni dinero para comprar. “Conseguí unos jojotos, los sancoché y comimos a las 3:30 p.m.”, pero unos minutos después sintió el hambre de cerca. “Vi estrellitas, pensé que me iba a desmayar. Me eché agua en la cara y medio me equilibré”.

Ella está triste. No puede evitarlo. “Yo siempre he sido pobre, pero nunca había pasado hambre”, relató quien de niña vivía con su padres y sus siete hermanos. Nunca se acostaron sin comer. Hoy la historia es otra: “Me da dolor ver que mis nietas pasen por esto”.

En su casa tuvieron que pasar 21 días seguidos comiendo plátano sancochado, era lo único que tenían. Eso les causó un problema de salud, “nos costaba ir al baño a hacer nuestras necesidades. Estábamos todos estreñidos”. En Trapichito, al sur de Valencia, donde vive, conoció el caso de un niño que se comió un jojoto entero, “con todo y tusa”, tenía hambre y terminó en la emergencia del hospital con una obstrucción intestinal. También sabe de un menor que murió por ingerir yuca descompuesta.

Los CLAP no han sido solución para su familia. En ese sector llegan cada mes y medio con una bolsa cada vez más vacía. “Lo que llega nos lo comemos en tres días o menos”.

CUATRO MILLONES COMEN UNA VEZ AL DÍA

Las investigaciones hechas por Paparoni, quien es miembro de la comisión especial de crisis agroalimentaria de la AN, indican que la crisis es aguda. Más de 17 millones y medio de venezolanos comen solo dos veces o menos al día, mientras que cuatro millones 700 mil lo hacen en una sola ocasión. Los resultados del estudios reflejan que 70,4% de los habitantes del país comen mal, al consumir solo un tercio de las proteínas necesarias para completar una dieta diaria.

La causa del problema está marcada directamente a la caída vertiginosa de la producción durante los últimos 10 años. Actualmente se hace apenas un tercio de los rubros más importantes. En café para los 90 se producían dos millones 100 mil quintales aproximadamente y se exportaba un millón, al cierre de 2015 se cosechó solo 18% de la necesidad con 216 mil quintales y en lo que va de años máximo se ha llegado a 8% del consumo nacional.

Lo mismo sucede con rubros como la leche que de 75 litros que recomienda la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) para el consumo en el país se produce 33 litros por habitante. En resumen, la actividad industrial está 40% por debajo de su capacidad instalada.

Para Matheus las causas de la crisis tienen que ver con el Socialismo del Siglo XXI. Maduro maneja la economía sobre los pilares del gasto público y los controles que ha venido sistemáticamente asfixiando la capacidad productora y creativa de empresarios. “Por mucho tiempo desde el Gobierno se pensó que podían sustituir capacidad producción con gasto público con importaciones y llegamos al punto de que no hay producción ni dólares para importar”.

COMER DISTINTO

El desarrollo infantil está comprometido. “Lo normal era que mi papá sea más alto que mi abuelo y yo más alto que mi papá, eso responde a la alimentación porque se consumían bien las proteínas”. Eso cambió. Las nuevas generaciones serán dos centímetros más bajo, “eso sonará tonto, pero es una manera de medir lo mal y grave de la crisis que tenemos en el país”, argumentó Paparoni.

Esto obedece a realidades muy papables. Para junio 2015 los tres productos que más se consumieron en Venezuela fueron harina de maíz, huevo y pan. Un año después la lista la integraron yuca, mango y plátano. “Eso es un ejemplo de mala dieta como consecuencia de una política equivocada para la alimentación de venezolanos”.

Para el cierre del año escolar 2015-2016 231 mil niños no iban a clases porque no tenían qué comer. Lo ideal es consumir dos mil calorías al día y en promedio se consumen menos de mil 700.

Hasta ahora oficialmente se conocen reportes de hospitales de seis muertes por desnutrición en el país. “Hay hambre implícita porque la escasez es de 84% y  pasamos de tener 42 rubros prioritarios a 12”.




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