Sara Pacheco

En un tráiler vende perros calientes. El dibujo de un dálmata da la bienvenida. Fernando Fuenmayor puede parecer un vendedor más que busca el sustento pero su verdadera pasión es otra. Una vocación por la que no recibe un céntimo.

Hablar con Fernando Fuenmayor mientras trabaja es un reto. Al menos cada 10 minutos, alguno de los muchachos que entrenan en el Club Deportivo Dálmata, equipo de dirige, tiene algo que decir. «Fernando vamos ganando tres a dos», «dame un chaleco para meterme», «Fernando, no me dejan agarrar el balón», «me están lanzando piedras».

En el año 2009 nació el club. No sabe cómo han llegado tan lejos, cree que fue Dios quien simplemente los puso en su camino. Lo cierto es que en Trapichito, parroquia Miguel Peña, existe un equipo que ha participado en nueve campeonatos nacionales de fútbol sala. Han sido campeones en seis oportunidades, subcampeones en otra, una vez llegaron en tercer lugar. Pero la que más recuerda es la primera competencia. Quedaron el puesto 27.

Hoy, veinte jugadores por cada una de las cinco categorías, con edades entre ocho y 18 años siguen a un único entrenador: Fernando Fuenmayor.

El entrenador de los sueños




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