El presidente de Brasil, Michel Temer, prometió este jueves un mayor control del Estado en el sistema penitenciario, después del asesinato de 56 reos en una prisión de Manaos, mientras el Gobierno ultima un ambicioso plan de seguridad nacional para contener la crisis carcelaria y el crimen organizado.
Temer habló por primera vez en público sobre la masacre, a la cual se refirió como un «accidente pavoroso», y se solidarizó con los familiares de las víctimas tres días después de que concluyera la sangrienta rebelión en el complejo penitenciario Anísio Jobim.
Uno de los puntos principales del documento será la separación en diferentes presidios de los reos con alta peligrosidad, de aquellos que fueron condenados por delitos menores, según explicó el jefe de Estado antes de comenzar la reunión con el llamado núcleo institucional de seguridad del Gobierno.