• El Socialismo del Siglo XXI no está en ciernes en Venezuela. Ya tiene 20 años de vida. Se puede decir que ya es mayor de edad. No obstante, sus máximos representantes no se han responsabilizado de sus actos. Mejor dicho, de sus atrocidades y cuan adolescentes rebeldes han atacado con furor e ilegalidad todo el orden constitucional establecido en el país, con la visión anárquica de alcanzar el control absoluto y total de la sociedad venezolana para someterla a su completa sumisión a través del adoctrinamiento ideológico o de las armas, con el apoyo y el asesoramiento de los cubanos para la opresión cruda y ruda de los opositores de su gobierno, desprovista de todos los derechos humanos consagrados en los tratados internacionales y respetados en los sistemas democráticos mundiales.

Los resultados de la implantación del Socialismo del Siglo XXI son absolutamente negativos. Nefastos, catastróficos e inhóspitos. Sin embargo, ni el emisor de sus políticas públicas ni sus ejecutores se inmutan ante el caos prolongado que han provocado durante estas dos décadas de su existencia, porque ese desorden es parte de la agenda de toda revolución y en la de Venezuela conforma la principal estrategia para lograr la destrucción de la democracia que durante los 40 años precedentes al mandato de Hugo Chávez fue perfectible, aunque en la Carta Magna de 1961 figuraba como representativa y no participativa, como la consagra la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, la cual es una verdadera falacia, porque en la revolución socialista de Chávez y Maduro no se permite el libre pensamiento ni la desidencia.

Al igual que las revoluciones de Cuba, Rusia y China, la de Venezuela busca la demolición de toda huella democrática en la nación para abracar sin miedo y con ahínco todo lo derribado e inundarlo de falsas teorías de igualdad social no acordes ni congruentes con el accionar de sus representantes, por cuanto sufren de un hartazgo por la codicia del poder que les produce indigestión y les impide actuar con ética y probidad frente al gobierno que dirigen.

Hartazgo por el poder y las finanzas públicas que han convertido al Socialismo del Siglo XXI en el modelo político más corrupto de América Latina, porque es insólito que en 2019, Venezuela se encuentre en las ruinas y muchos de sus habitantes mueran de hambre cuando los ingresos petroleros desde 1998 hasta 2016 fueron de más de mil millones de dólares. No se invirtió, sino que se institucionalizo la corrupción como política de Estado y los resultados de esa conjura temible son que el 90 por ciento de los venezolanos no tiene recursos suficientes para cubrir sus necesidades básicas y cada día se incrementa la pobreza en la nación, porque la mayoría sólo devengado mensualmente cinco dólares o 0.25 centavos de dólar diarios, mientras se requieren más de 30 salarios mínimos para obtener la canasta alimentaria y 50 para obtener la canasta básica, si el dólar se cotiza a 20 mil bolívares en el banco Central de Venezuela. Si subiera de ese precio, el salario mínimo se devaluaría cada vez más.

Hecho que ha convertido el comer en un lujo que no pueden darse seis de cada 10 venezolanos que han perdido hasta 10 kilos de peso sin seguir una dieta recomendada por un médico para resguardar su salud. Es la falta de consumo de proteínas, minerales, lácteos y carbohidratos la causante de la perdida de la masa corporal de muchos venezolanos que hoy parecen cadáveres ambulantes. Es el hambre que el Socialismo del Siglo XXI mediante el racionamiento y desabastecimiento de alimentos provocado por la paralización del aparato productivo nacional, gracias a las feroces expropiaciones a numerosas fincas, granjas y fábricas productoras y encargadas del abastecimiento del mercado interno en carnes rojas y blancas, queso, huevos, hortalizas, frutas, pastas, arroz y demás alimentos requeridos para una una alimentación balanceada.

Ese dineral no ha arrojado resultados positivos, porque fue repartido inequívocamente en el desarrollo de políticas sociales efectistas y no estructurales, en la geopolítica de protección para salvaguardar a Venezuela de la supuesta guerra propiciada por los enemigos externos, en la compra de conciencia de un grupo de militares enamorados para impulsar la revolución bolivariana y, la mayor tajada, para el pago de trabajos a integrantes de la élite chavista, con la esperanza de que aniquilen las bases del sistema democrático establecido e impulsen la implantación de un nuevo modelo político, en el cual las libertades públicas estén restringidas y el personalismo, más la egolatria presidencial sean las características a destacar, hasta cautivar e impulsar al venezolano hacia su apoyo irrestricto e idolatría.

Millones sobre millones del erario público no manejados con racionalidad ni según los estatutos de las leyes regentes de la administración pública nacional. Se ha realizado de forma desordenada y mediante personas no aptas ni probas para administrar los recursos públicos. Se distribuye y reparte con la discrecionalidad política del primer mandatario nacional y para lograrlo se líquido a los técnicos con carrera administrativa y en su lugar se incorporaron a amigos fieles del partido de gobierno, capaces de volar procedimientos administrativos para satisfacer las exigencias y aspiraciones del máximo jefe.

Así, de acuerdo con Joaquín Villalobos o José Loreto, ex jefe guerrillero salvadoreño y consultor en seguridad y resolución de conflictos ‘todo se hizo con manejo brutalmente ineficiente, despidiendo a los técnicos y colocando militantes en posiciones de gobierno hasta alcanzar una burocracia de más de 2 millones de personas. La Fuerza Armada pasó a tener el doble de generales que Estados Unidos, ascendiendo a 2 mil ofiales a ese rango, con lo cual había más cabezas que cuerpo. Algo ilógico para una fuerza militar, pero lógico para distribuir la corrupción, la cual quedó demostrada en la compra de armamentos militarmente inútiles bajo contratos que le permitieron ganar miles de millones de dólares».

Fortuna que medra la vida de muchos de quienes hoy siguen en el poder y ha aniquilado el vivir con calidad de un gran porcentaje de venezolanos, cuyos ingresos mensuales apenas les alcanza para comer una vez al día. Medra que muestra el descaro de los revolucionarios en el manejo de los recursos del Estado para obtener niveles de vida tan altos jamás soñados o previamente planificados, cuando en 1992 asaltaron el poder, supuestamente para librar a Venezuela del mal manejo de los fondos públicos por parte de los adecos y copeyanos en el poder. No obstante, la corrupción de los socialistas como gobernantes dejó en pañales a la impartida por los socialdemócratas y democratacristianos durante sus 40 año de mandato. Es indiscriptible, porque no solo penetro en el ámbito económico, sino en el político, social, cultural e iinstitucional. Carcomio todos los escaños del quehacer nacional, hasta el punto de que Venezuela es hoy un país sin norte y sin horizonte material y moral. Es una completa ruina por tanta usufructuacion a la cual la han sometido los revolucionarios de forma directa e indirecta por medio de sus testaferros nacionales y extranjeros.




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