Tras la explosión, coronavirus y reconfinamiento en Líbano
/ Foto: Cortesía

«¿Y ahora qué? ¿Además de este desastre, la catástrofe del coronavirus?», se lamenta Roxane Moukarzel. Todavía bajo el impacto de la explosión que devastó barrios enteros de Beirut el 4 de agosto, los ciudadanos del Líbano se reconfinan este viernes, tras un repunte de contagios de COVID-19.

A esta medida adoptada por dos semanas, se agrega un toque de queda de las 18H00 a 06H00, para intentar frenar el nivel récord de contaminaciones de los últimos días, elevando el balance desde el inicio de la pandemia en Líbano a 10 mil 952 casos, con 113 muertes.

Preocupada por las consecuencias de la epidemia, Moukarzel acoge favorablemente la decisión de reconfinamiento, tras la explosión en el puerto de Beirut que dejó 181 muertos y miles de heridos en toda la capital.

Diversos confinamientos en el Líbano

Un primer confinamiento de un mes se decretó en marzo, luego parcialmente levantado. Se volvió a reconfinar a fines de julio, pero la medida solo duró cinco días pues la levantaron el día de la explosión. El aeropuerto de Beirut funciona normalmente.

Sobre el nuevo confinamiento, Mourkazel, madre de familia de 55 años, opina: «Ya no hay sitio en los hospitales, y si la gente vuelve a enfermar ¿donde los vamos a ingresar?»

Además, varios hospitales cerca del puerto ya han quedado muy dañados tras la inmensa explosión del 4 de agosto.

Excepciones

Sin embargo, las tiendas de alimentos, supermercados y demás comercios podrán permanecer abiertos, aunque manteniendo medidas de prevención.

La pandemia de COVID-19 ha acentuado la crisis económica sin precedentes que atraviesa Líbano, con una inflación galopante, draconianas restricciones para retirar fondos, y miles de personas que han perdido sus empleos o sus ingresos.

Incluso antes de la explosión, que provocó una gran indignación contra las autoridades acusadas de negligencia, el índice de población considerada pobre se había duplicado con la crisis, según estimaciones de la ONU.

Wasem Jaber, de 75 años, sentado en su taller de carpintería en un barrio de Beirut más alejado del puerto, no ve para qué va a servir el nuevo confinamiento.

«No hay trabajo. La gente no tiene dinero, nada que comer», afirma. El hombre está dispuesto a mantener abierto su taller para ayudar a la gente a reconstruir sus casas.

Para este musulmán chiita, el Hezbolá –poderoso movimiento chiita en Líbano– ha hecho bien en llamar a sus partidarios a evitar grandes aglomeraciones este año con motivo de la festividad de Ashura, una de las celebraciones más importantes del islam chiita, que conmemora el martirio del imam Husein, nieto del profeta Mahoma.

«Fuera de control»

En circunstancias normales, miles de chiitas se congregan en las calles para las conmemoraciones que se celebran el viernes.

Pero el jefe del Hezbolá, Hasan Nasralá, ordenó suspender las conmemoraciones públicas debido a los rebrotes de la pandemia.

«La situación está fuera de control, hay muchos casos y los hospitales no pueden hacer frente a ello», afirmó el lunes Nasralá, quien exhortó a sus partidarios a colocar banderas negras ante sus casas y comercios para celebrar el evento.

«Se ha anulado el Ashura para que nadie se contamine», afirma Jaber.

«Todos los días tenemos 100, 200, 300 nuevos casos. Si se mantuviera el Ashura, todo el mundo estaría pegado, unos con otros, y eso no está bien», agrega.

© Agence France-Presse




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