Sergio Garrido candidato de la MUD respaldado por varias organizaciones políticas que no forman parte de esa coalición, es el nuevo gobernador de Barinas. El 9 de enero obtuvo un categórico triunfo electoral cuyo significado político excede a la región llanera. Como tal será tratado por los derrotados y lo mismo debe ocurrir con los ganadores.

En ese estado de los Llanos occidentales se libró una contienda política de enorme importancia. Esa elección deja valiosas lecciones para quien quiera aprovecharlas.

La primera se refiere a la validez de la ruta electoral, cuya voladura era el principal objetivo del poder al desconocer el estrecho triunfo de Superlano e inhabilitar a casi cualquier posible candidato, al fin y al cabo, ha sido consistente en su empeño, a veces abierto y otras disimulado, de empujar a la oposición fuera de la vía pacífica, democrática, constitucional y electoral.

La segunda se refiere a la amplitud y la flexibilidad como ingredientes necesarios en cualquier estrategia opositora. Los números son claros en la relación costo-beneficio de unirse o dividir. Costo-beneficio político, se entiende que en los de otro tipo no me aventuro. Todas las tarjetas que esta vez se sumaron a la opción unificadora de Garrido, aumentaron su votación con relación al 21 N y al contrario, todas aquellas que persistieron en presentar alternativas sacando cuentas chiquitas sin comprender lo que estaba en juego, retrocedieron sustancialmente.

tercera es que los actores, todos, deberán replantearse sus objetivos y modos de alcanzarlos, vistos los resultados de noviembre y enero. El oficialismo, con demostrada capacidad de ajuste, de seguro ya lo está haciendo. Ojalá que en el camino de una rectificación que lo aleje del designio anti político y antidemocrático del “como sea”. A la oposición toca reinventarse para enfrentar sus grandes desafíos por venir. Recuperar credibilidad y protagonismo exige redefiniciones en profundidad. Un nuevo compromiso unitario que incluye estrategia, organización y mecanismos de toma de decisiones.

El grupo en el poder es derrotable, está demostrado. La cosa es entender la realidad, para eludir los obstáculos y aprovechar las oportunidades, de unos y otras hay y siempre habrá.

Aquí, dos notas. Valió la pena tener rectores electorales trabajando, aunque sea en minoría, dentro de ese órgano dañado. Mi reconocimiento a quienes se atrevieron. Y, para variar, esta vez el PSUV no tardó en reconocer la victoria de su adversario. Puede ser un atisbo de intención de ira a la democracia. Atentos a eso.




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