Dayrí Blanco

No hay noticias positivas para el sector privado de la construcción. Han pasado 20 trimestres con una caída progresiva. Cada vez son menos las viviendas que se pueden edificar en el país, donde en 2015 apenas se hicieron 20 mil de una capacidad de 100 mil. Carabobo es una réplica de estos números. Menos de cinco mil unidades se construyeron, lo que es igual a 25% de la necesidad anual de 20 mil. 

Comparando las estadísticas, la realidad indica que la merma durante el último año fue de 33,33%. En 2014 se edificaron en Venezuela 30 mil viviendas. En el estado no se llegó a ocho mil y la disminución fue de 36,5%, de acuerdo con Gerardo Toro Parilli, presidente de la Cámara de la Construcción de Carabobo. 

Los números de la Gran Misión Vivienda Venezuela (GMVV) son cuestionables. El empresario alertó que en el grupo de  900 mil unidades culminadas y entregadas también se incluyen las refacciones y reparaciones hechas, como una manera de inflar la cifra oficial. 

El empleo también se ha visto afectado. Este año hay 400 mil menos trabajadores en el sector de los que 120 mil corresponden a Carabobo, lo que es igual al 30%. 

Los mismos problemas

La escasez de materiales e insumos, las dificultades para acceder a lo poco que se produce, la falta de divisas para la compra de repuestos para las maquinarias y el precio controlado de las viviendas impuesto por el Ejecutivo ha profundizado la crisis. 

Con Sidor trabajando a menos de 25% de su capacidad y las cementeras con un registro de 30% de caída de su manufactura, lo poco que sale de las líneas de producción se destina a la GMVV. El sector privado está prácticamente excluido y debe acudir al mercado paralelo, donde los precios han variado en 200%. 

La mitad de las máquinas de construcción está paralizada por falta de repuesto. Este año no hubo ni un solo dólar adjudicado para que el sector importara lo necesaria para mantener activo su parque de maquinaria. 

Apenas el 7,26% del monto requerido entre estructura de costos y margen de utilidad cubre los 700 mil bolívares establecidos como precio de una vivienda por el Gobierno nacional. Toro Parilli fue claro: “necesitamos que se ajuste ese precio al menos a mil salarios mínimos”. Esto significaría que una casa estándar debería costar nueve millones 648 mil bolívares, para lo que se requeriría financiamiento que apoye al deprimido poder adquisitivo del venezolano.   

Propuestas

La renovación de la Asamblea Nacional llena de expectativas al sector. Solicitarán a los diputados electos que se abra el compás para que los empresarios puedan importar lo necesario y que se apueste a un nuevo método aplicado en varios países del mundo, como el de la asociación pública-privada, que permita el otorgamiento de créditos al constructor para participar a través de licitaciones en el emprendimiento de grandes obras de infraestructuras, y el retorno de la inversión se percibiría con el cobro de los servicios. “Si un Gobierno no tiene dinero eso no debe ser excusa para paralizar las construcciones”. 

En el caso de Carabobo, Toro Parilli hizo un llamado al gobernador para que le dé la oportunidad de participar en el proyecto de construcción de la autopista del sur a los más de 300 agremiados de la Cámara de la Construcción. 

El fomento del turismo en tiempo de crisis también es una opción, pero las carteras bancarias este año se limitaron a la conclusión de proyectos en ejecución a los que se les hizo el ajuste de precios. No hay obras nuevas en este sentido.




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