Sara Pacheco

Eran las dos de la mañana. El estruendo retumbó en dos viviendas de la avenida 5 de Julio, entre Colombia y Páez, en el centro de la ciudad. El miedo paralizó por unos instantes a los inquilinos. Narraron que sonó como una bomba. Notaron luego de varios minutos que la pared que une ambas casas había cedido por fuera dejando entrever, como una herida abierta, los ladrillos de su original construcción. 

El casco histórico tiene espacios totalmente deteriorados, como este caso. La humedad producida por botes de aguas blancas cercanos ha empezado a influir en el estado de las edificaciones, las tuberías de estas casas tan antiguas, yacen debajo. “En medio de nuestra sala sale el agua. Colocamos tuberías nuevas pero no mejoró nada”, mencionó Gabriela Villa. 

A solo unos metros de distancia pasa lo mismo. El agua brota del asfalto, las casas más cercanas se despedazan como galletas. Cuando llueve la situación empeora. 

José Lara contó que Hidrocentro realizó trabajos en la zona que evitarían el desperdicio de cientos de litros del líquido, sin embargo, no lograron  repararlo. De acuerdo a Lara, se les informó que una piedra obstruía el flujo, por ello el desbordamiento. 




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