(Foto Archivo)

EFE

Tejidos, armas, tallados, tatuajes y danzas tradicionales de la cultura maorí llegan a Buenos Aires de la mano de una exposición inaugurada hoy con el gran baile «haka», símbolo de la identidad neozelandesa.

La muestra «Tuku Iho: legado vivo», que se podrá ver en la Usina del Arte hasta el próximo 10 de julio, presenta cerca de 100 objetos característicos de este pueblo ancestral, como las armas y los utensilios tallados en madera y decorados con piedras, joyas y bronce, todos ellos creados por estudiantes y tutores del New Zealand Maori Arts & Crafts Institute (NZMACI).

Estas piezas, reproducciones en vídeo de danzas maoríes y un tatuador armado con cinceles y pigmentos con los que dibuja en la cara y el cuerpo de los asistentes según lo que les inspire cada uno componen la exhibición más grande de arte maorí de América, únicamente vista antes en Asia y Chile.

«Presenta las manifestaciones más sobresalientes de la cultura maorí», afirmó hoy el embajador de Nueva Zelanda en Argentina, Hayden Montgomery, durante el acto de inauguración de la muestra, donde declaró que es un «honor» tener ejemplos de estas «formas de expresión centrales de la identidad neozelandesa» en el país suramericano.

Tras su intervención, pueblos originarios de la norteña provincia de Salta bailaron entre los allí presentes antes de que llegara el grupo Kapa Haka, que realizó una auténtica exhibición de la cultura maorí mediante cantos, mímica, danza y gritos de guerra, una interpretación que los 12 artistas seguirán realizando en distintos espacios de la capital argentina durante los próximos días.

El pueblo maorí, llegado a la isla de Nueva Zelanda entre los años 800 y 1300 desde la Polinesia oriental, crearon una cultura original tras adaptar su economía y su organización social a las nuevas condiciones de aislamiento.

Según Montgomery, hoy en día, representan el 16 % de la sociedad neozelandesa y son dueños de más del 6 % del territorio, lo que evidencia que se han constituido como «una fuerza política y económica que crece cada año».

El ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, señaló en la inauguración de «Tuku Iho: legado vivo» que la cultura de Buenos Aires «siempre se engrandece» y «se enriquece» con la presencia de estos pueblos originarios que contribuyen a conformar el «mosaico cultural» de la ciudad.

«Hay un lugar mágico, del interior más profundo del ser humano, donde todas las culturas se tocan», apuntó antes de afirmar que con muestras como esta, se tiene «una sensación distinta con respecto a la condición del hombre y la vida del hombre sobre la tierra».




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