EFE

El miedo a correr la misma suerte de quienes han sido deportados sumariamente ha llevado a miles de colombianos a adelantarse a los acontecimientos y emprender a la carrera la salida de Venezuela, un éxodo que triplica la cifra de expulsados de ese país.

Aunque se sospechaba que el grueso de quienes cruzan las trochas hasta Cúcuta (Colombia) desde el pasado fin de semana lo hacía voluntariamente, solo en las últimas horas se ha conocido la verdadera magnitud de esa migración, que asciende a más de 5.300 personas movilizadas.

De ellas, según la Oficina de Coordinación Humanitaria de Naciones Unidas en Colombia (OCHA), 1.088 han sido deportados o repatriados, en tanto que 4.260 colombianos han «retornado de forma espontánea».

Ese regreso responde al miedo de quienes, como Sandra Duarte, han visto cómo a sus barrios llegaban militares venezolanos que marcaban las casas, y, según su denuncia, las saqueaban y derribaban.

«El atropello fue increíble, las casas nos las están tumbando. No me decidía a perder mis cosas, ganadas con tantos años de esfuerzo, y nos fuimos», cuenta a Efe Duarte en un descanso en su camino hacia la ciudad de Cúcuta.

Ella, que se marchó hace ocho años de la ciudad colombiana de Bucaramanga, residía hasta hace pocas horas en Los Libertadores, en las afueras de San Antonio del Táchira, donde, tras ver cómo derribaban una veintena de casas, «de hasta de dos y tres pisos», decidió emprender la huida acompañada de su marido y sus dos hijos.

«Entramos en pánico y decidimos ir sacando todo poco a poco. Vimos cómo se llevaban a los deportados y luego los militares, el mismo Ejército, se devolvía y saqueaba las casas. Robaron todo lo que querían», recuerda.

Duarte y su familia organizaron su marcha con tres familias vecinas, con las que sacaron lo que pudieron, como un congelador, una nevera y algunas camas, y compartieron camino hasta que se despidieron poco antes de cruzar la frontera.

Ahora espera en una parte de la trocha mientras su esposo regresa a su casa «y sigue sacando cosas», para más adelante continuar hacia Cúcuta, donde dejará sus enseres en casa de una amiga que reside allí y se censará para tener acceso a las ayudas del Gobierno colombiano. 




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