EFE
Autoridades
guatemaltecas comenzaron a estudiar la
reubicación de sobrevivientes del trágico alud que la semana pasada provocó
al menos 131 muertes en una empobrecida localidad de Santa Catarina Pinula, donde
los socorristas aún buscan a 300 desaparecidos.
El secretario ejecutivo de la estatal Coordinadora para la
Reducción de Desastres (Conred), Alejandro Maldonado, dijo que varias instituciones del Estado comenzaron
a trabajar para evacuar totalmente a las personas que se resisten a abandonar
el lugar del desastre.
«Se está haciendo un censo para registrar a las
familias que serán beneficiadas con el traslado a un lugar seguro», afirmó
Maldonado en rueda de prensa.
Una zona de riesgos
La aldea Cambray
II, rodeada de
grandes peñascos arenosos no aptos para construir, comenzó a ampliarse en los
últimos años por personas de escasos recursos provenientes principalmente
del altiplano occidental, donde se concentran los indígenas mayas del país
centroamericano.
De acuerdo
con el socorrista, el área no era apta
para la agricultura y por ello sus habitantes se dedicaban al trabajo
doméstico, transporte en camionetas, venta de tortillas o atendían locales en
centros comerciales.
Sitio
inhabitable
Maldonado
recordó que la zona ya había sido
declarada de alto riesgo por las autoridades de protección civil, por estar
asentada entre altas laderas y cercana a un río.
En noviembre y diciembre pasados, la Conred emitió unas recomendaciones a la municipalidad en las que
advertía que debía impedir «el desarrollo, incremento y ampliación de
viviendas o infraestructuras» en el lugar por la socavación y erosión
de la tierra, así como el paso de un río por el lugar.
Para garantizar que personas de escasos recursos no
vuelvan a asentarse en el lugar, Maldonado
dijo que se emitió un acuerdo gubernamental que declara al sector de alto
riesgo.
«Por
ley está prohibida la inversión pública y privada en el lugar, por lo que no
podríamos legalmente realizar la reconstrucción de ese sector ni rehabilitar servicios
como agua potable, drenajes y energía eléctrica», insistió.
En el lugar del siniestro, los fuertes olores por los cuerpos en descomposición obligaron a los
socorristas a utilizar mascarillas para evitar también la propagación de
enfermedades.