Dayrí Blanco @DayriBlanco07

Estefania Valenzuela sabía que algo estaba mal. El dolor era cada vez más intenso. Se le veía caminar con dificultad por los pasillos de la Maternidad del Sur, donde iba todos los días a visitar y amamantar a su hija recién nacida prematura. Le comentó a una de las doctoras del lugar su molestia y recibió un analgésico. El malestar no mejoró. En un ambulatorio cerca de su casa le inyectaron un relajante muscular: “estás estresada”, le dijo el médico de guardia. Pero no tuvo más opción que acudir a la emergencia de la Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (CHET) donde detectaron que por falta de insumos, durante el trabajo de parto, fue imposible que expulsara todos los restos de la placenta. Casi muere. Todo como consecuencia de la crisis que enfrentan los centros de salud del país.

Tres dosis de Pitocin necesitaba. “En la Maternidad del Sur solo le pusieron una. No había más”. Ya habían pasado 13 días desde el 3 de julio, cuando nació su hija y estaban juntas en casa cuando su esposo, Freddy Gómez, decidió llevarla al hospital, donde les dijeron que la paciente tenía una sepsis (infección) aguda. Debían operar y el procedimiento en esa institución solo la hacen en la Maternidad de Alto Riesgo Hugo Chávez. Pero ahí no la recibieron. “No tenemos los insumos”, fue la respuesta de los especialistas.

Siguieron las recomendaciones y se fueron al Hospital Universitario Ángel Larralde (HUAL) en Naguanagua. Recibieron el mismo argumento: sin las medicinas e implementos necesarios no podían atender su caso. Así que Freddy regresó a la maternidad de la CHET con su esposa cada vez más adolorida, gastó 60 mil bolívares en la lista de requerimientos que le pidieron y se arrodilló para pedirle a los médicos que la recibieran. El acto quirúrgico se dio y con él la recuperación de Estefanía en medio de una marcada escasez de todo tipo de insumos.

“Ya llevo 680 mil bolívares desde el 16 de julio que la operaron”. Relató el joven que duerme en una carpa improvisada en las áreas comunes del hospital. No tiene recursos para movilizarse a diario desde su casa en el barrio Los Caimitos. Lo que consigue lo usa para comprar lo que necesita su esposa como tres drenajes torácicos que le han pedido. Actualmente Estefanía espera por la recuperación completa de uno de sus pulmones para regresar a casa con su hija.

Lo usual

Su caso no es inédito. Amarilis González tuvo que ir cuatro veces a la emergencia. Solo cuando tuvo intensos dolores de parto la recibieron. Pero no la atendieron. “Faltan los guantes”, dijo una enfermera, y sin eso no se podía proceder. 20 minutos tuvieron que esperar y seis mil bolívares pagar. “Cada par lo venden en mil y piden seis”.

Los pacientes y sus familiares entienden la situación. “No es culpa de los médicos, ellos hacen lo que pueden”, expresó Francis Lozada, quien tiene cinco días acompañando a su hija con tres meses y medio de embarazo, y que está hospitalizada por cálculos en los riñones e infección urinaria. Ha gastado 32 mil bolívares, y no sabe cuánto más tendrá que desembolsillar.

Chiripas en incubadoras

La precariedad no se oculta en la Maternidad Hugo Chávez. Carmelina Michelli la vio en las incubadoras por donde caminan libremente las chiripas. Su hermana Josefina fue sometida a una cesárea el martes y desde ese día está en una habitación donde las moscas se posan en cualquier lugar.

El personal de mantenimiento ha sido claro: “no tenemos insumos”, dicen y piden a los familiares de los pacientes colaboración económica para comprar lo más necesario. “Yo he dado varias veces para el cloro porque no puede ser que los recién nacidos estén expuestos a contaminación de esa manera”.




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