EFE
Eduardo Cunha, el jefe de la Cámara baja de Brasil que dio inicio al juicio político contra la
mandataria Dilma Rousseff, renunció este jueves a su cargo pero no a su
escaño, con lo que puede mantener su influencia en el Parlamento.
Suspendido de sus funciones como diputado y de la
presidencia de la Cámara baja por una decisión dictada en mayo pasado por la
Corte Suprema, que le juzga por supuesta corrupción, Cunha claudicó ante las presiones de todo el arco político y anunció su
dimisión.
Aclaró, sin embargo, que deja la presidencia de la Cámara baja pero no su escaño, que se propone
«defender» ante una comisión de diputados que también lo procesa por
supuesta corrupción.
Cunha es miembro del Partido del Movimiento Democrático
Brasileño (PMDB), que lidera el vicepresidente interino, Michel Temer.
Al anunciar su renuncia, Cunha no escondió su «orgullo» por haber contribuido a librar
al país de «un Gobierno criminal» que «hundió en el caos a
la sociedad brasileña».
Además deseó a Temer
«el mayor éxito» en el Gobierno que mantendrá en su poder si Rousseff
finalmente es destituida.
Al conservar su escaño, que aún puede perder en un proceso
al que responde en el Consejo de Ética del Congreso, Cunha mantendrá también
algo de esa influencia, que según analistas podría utilizar tanto en su propia
defensa como en favor del Gobierno interino de Temer.