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La más reciente dinastía de los Yanquis tuvo como médula a
un grupo de peloteros conocidos como Los Cuatro Pilares.

Estos son el líder con pinta de galán Derek Jeter, el
abridor forjado en casa Andy Pettite, y el inalterable taponero panameño
Mariano Rivera. El puertorriqueño Jorge Posada era el fogoso.

Posada hablaba sin tapujos en un camerino repleto de
personalidades fuertes. El receptor gritaba a sus compañeros y exigía a los
jugadores jóvenes que alcanzaran el nivel de los líderes.

Por esa pasión y esfuerzo, los Yanquis retiraron el sábado
el número 20 de Posada antes del partido contra los Indios de Cleveland y
develaron una placa en el Monument Park en un homenaje a los 17 años de carrera
de Posada, todas con el uniforme de rayas azul con blanco del equipo. El
boricua fue parte crucial del plantel que conquistó cuatro títulos de Serie
Mundial.

«Desde que tengo memoria todo lo que quería hacer era
jugar béisbol. Desde que crecí en el bello Puerto Rico, todo lo que hice fue trabajar
hacia mi objetivo. No creo que yo tuviera un plan B», declaró Posada.

«El béisbol era mi pasión y afortunadamente tuve el
privilegio y honor de jugar para el equipo más grande de todos los
deportes».

Los aficionados gritaron a coro varias veces el tradicional
«¡hip, hip, Jorge!» durante una ceremonia que incluyó un discurso de
casi ocho minutos que Posada pronunció frente a parientes y muchos de sus ex
compañeros.




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