Comerciantes de la Gran Valencia amanecieron con bajas expectativas frente a supuestos precios en dólares
(Foto referencial / Francisco J. Figuera)

Reinventarse para sobrevivir. Ante un panorama económico cada día más complicado, la necesidad llevó a algunos pequeños comerciantes en Carabobo a buscar alternativas desesperadas para continuar llevando sustento a sus hogares en medio de la cuarentena por la pandemia de covid-19 y la crisis de combustible que afecta a todo el país.

Luisana Quitero vive en Naguanagua, donde tenía un modesto local de venta de ropa que debió poner en pausa con el inicio del confinamiento, por no tratarse de un sector priorizado. A las semanas de no percibir ingresos tomó la decisión de emprender un negocio de víveres en un intento de superar la difícil situación económica a la que le tocó enfrentarse.

“Pegó mucho en el bolsillo cuando nos quedamos sin hacer nada. Ya veníamos sentidos porque tenemos niveles de inflación que rebasan todo lo que tenemos”, señaló Quintero, cuya familia está integrada por siete personas. “Somos un grupo familiar numeroso y tratamos de adquirir alimentos que rindan para todos, como los granos, que rinden más”.

La comerciante detalló que, además, tuvo que parar el único carro que tenían para movilizarse debido a la dificultad para surtir gasolina. Al tener que cumplir a diario un horario con la venta de víveres, no les queda tiempo disponible para pasar entre 24 y 30 horas en una fila para intentar llenar el tanque del vehículo. Ahora se trasladan a pie.

“Hay poco transporte público. Me imagino que muchos decidieron parar sus carros por el mismo problema de la gasolina”, dijo al denunciar que la cantidad de unidades disponibles no satisface la demanda del usuario, por lo que las camionetas siempre están colapsadas y “hasta da miedo subirse por la cantidad de personas que hay”.

Como Luisana, Valdomero Mora tampoco la ha tenido fácil en estos últimos tres meses. Es comerciante de víveres y charcutería en Valencia y, aunque no se vio en la obligación de cerrar su negocio o cambiar de rubro  por la cuarentena, la crisis de la gasolina lo ha golpeado fuerte.

“Si uno va a echar gasolina a cinco mil bolívares el litro hay que hacer colas de un día para otro y ese tiempo se puede dedicar en el trabajo, buscar mercancía, entonces nos vemos obligados a comprarla en 0,5 dólar el litro donde hay menos cola”, afirmó.

Sus ventas han disminuido y sus gastos ahora son mayores, ya que le toca pagar la gasolina a precio dolarizado y hacer otros gastos que antes no estaban contemplados en su estructura de costos. Recordó que antes su pequeño comercio le era más rentable y le alcanzaba para vivir.

“La salida de mercancía es menos. Por ejemplo, en una semana vendía 60 bultos de harina y ahora, apuradamente, vendo dos. La gente está consumiendo menos porque el poder adquisitivo es menor”, explicó Mora.

Otro obstáculo que le ha tocado sortear es el retraso de sus proveedores, ya que hay muchos que son de Miranda, Falcón o los estados llaneros, como los que le despachan el queso. Ahora no logran llegar con la misma facilidad y frecuencia a Carabobo por el problema de la gasolina y el gasoil.

“El señor que trae las verduras es de El Vigía, Mérida. Son 800 kilómetros de distancia, no consigue gasolina y los repuestos son caros. Antes venía todas las semanas, ahora cada 15 días”, agregó. Comprar mercancía a revendedores locales aumentaría mucho más sus costos y, por lo tanto, también se incrementaría el precio de venta.

El vicepresidente de la Cámara de Comercio de Valencia, Lorenzo Araujo, alertó que la situación de sus agremiados es crítica. “Los que no han podido abrir desde marzo se encuentran muy golpeados porque sencillamente, al no tener ingresos, han tenido muy comprometido el flujo de caja con el pago de personal, impuestos y servicios como el alquiler, cuya deuda acumulada se debe pagar en septiembre”.

A su juicio, es por esa difícil situación que los comercios no priorizados deben reincorporarse para que puedan cumplir con sus obligaciones.




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