Foto archivo

Su irreverencia se refleja en el mural pintado a la entrada al barrio. Un grafiti de Jesucristo con una corona de espinas, empuñando un fusil y, a su lado, la Virgen de Coromoto –patrona de Venezuela– con el niño Jesús sosteniendo una escopeta intimida a los viandantes que se acercan al lugar. «La Piedrita venceremos», se lee sobre las imágenes religiosas que dan la bienvenida al barrio 23 de Enero, considerado uno de los sectores populares más peligrosos de Caracas.

Allí donde se encuentra el mausoleo con los restos del fallecido expresidente Hugo Chávez comenzaron a gestarse hace más de dos décadas varios movimientos sociales que se encargaban de reclutar jóvenes para formar grupos de defensa y servir de guardianes del barrio.

Con los años esos grupos se fueron radicalizando y empoderando con la venia del Gobierno, reseña un trabajo especial de ABC. El intento de golpe de Estado contra Chávez en 2002 sirvió como excusa perfecta para suministrarles armas para la protección del chavismo.

Son los «colectivos», los paramilitares que se cubren con capuchas, llevan armas largas y disparan desde sus motos o sus escondites contra los manifestantes que se protestan contra el regimen. La oposición venezolana los considera como grupos paramilitares que «actúan al margen de la ley». En definitiva, son el brazo armado del chavismo apoyado en su momento por Chávez y, ahora, por Nicolás Maduro.

«Yo entregaría con honor mi vida por defender el proyecto y legado de mi presidente, el Comandante Hugo Chávez», asegura a ABC Valentín Santana, jefe del colectivo La Piedrita, a quien no le tiembla el pulso para grabar sus mensajes en las redes sociales a cara descubierta y fusil en mano. En 1989, Santana fundó el colectivo tras los sucesos violentos del Caracazo, que ocurrieron por el aumento del precio de la gasolina y degeneró en un paro del sector de transporte y saqueos masivos en todo el país. Más tarde, en 1998 respaldó la campaña de Chávez a la presidencia.

En el país sudamericano operan centenares de colectivos, entre los más activos se encuentran La Piedrita, Tres Raíces, Alexis Vive, los Tupamaros y Carapaica. Proliferaron por todo el territorio tomando como referencia las Brigadas de Respuesta Rápida de Cuba. De dónde proceden sus es «una pregunta prohibida», según Valentín Santana, pero como ha podido saber ABC el Gobierno los financia a través de los Claps, las bolsas de comida que se vende a la población que simpatiza con el chavismo a un precio inferior al mercado.

Maduro consiente que las ayudas sociales que ofrece a la población a través de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción, conocidas como las cajas de comida Clap –proyecto que coordina Freddy Bernal– sirvan para financiar a estos grupos paramilitares. Este diario pudo saber que los integrantes del colectivo Tres Raíces revenden estas cajas de comida con la complicidad y apoyo de altos cargos del régimen. Lo hacen en la zona E del barrio 23 de Enero, donde tienen varios galpones y casas en las que guardan grandes lotes de alimentos importados desde México y Brasil. La zona es custodiada por los colectivos y la Policía tiene prohibido acercarse al lugar.

El precio oficial de la caja de alimentos a las familias es de 2.500 bolívares, pero el colectivo las revende en 52.000 bolívares –un litro de leche cuesta 20.000 bolívares–. El pago se hace en efectivo y se aceptan bolívares, dólares y euros.

La traición

¿Por qué consiente Maduro que ocurran estos cambalaches? ABC pudo saber que los principales colectivos se enteraron de que en las recientes «negociaciones» de Oslo entre el Gobierno y la oposición, el representante del presidente encargado, Juan Guaidó, exigió el desmantelamiento de estos paramilitares. Fue una exigencia que el representante chavista aseguró que Maduro aceptaría. Desde entonces, la desconfianza y el malestar de los colectivos hacia Maduro, que al fin y al cabo no es Chávez, va en aumento y así el presidente intenta calmarlos.

«Allí se maneja más dinero que en una agencia bancaria», explicó a ABC una mujer que vive en la zona E. «La reventa de los productos subsidiados es un secreto a voces, todos lo saben, pero nadie dice nada», comentó. Se sabe que a través de la venta de estos productos el colectivo Tres Raíces consigue los recursos para financiar sus actividades, pagar el salario de sus integrantes e incluso para comprar armas.

Orlando Reyes es el nuevo líder del Colectivo Tres Raíces.  Hace un año, el nombre de este colectivo saltó a los medios de comunicación de medio mundo porque el que era entonces su líder, Heiker Vásquez, participó en las operaciones para capturar y matar a Óscar Pérez, un policía, exmilitar y actor, acusado de terrorismo por parte del Gobierno, que robó un helicóptero, sobrevoló Caracas y lanzó dos granadas que no llegaron a explotar sobre instituciones públicas. Vásquez, además de jefe de Tres Raíces, vestía uniforme de la Policía Nacional Bolivariana y junto con las Fuerzas de Acciones Especiales, FAES, rodearon a Pérez y sus seis acompañantes. En la refriega Vásquez murió y al verse rodeado tras perder a sus compañeros Óscar Pérez se rindió pero, a pesar de ello, fue asesinado a tiros y luego rematado, tal y cómo confirma a ABC uno de los líderes de Tres Raíces.

Aliados y rivales

Entre los colectivos existen rivalidades que muchas veces se saldan con enfrentamientos armados y muertes. El barrio 23 de Enero tiene una superficie de dos kilómetros cuadrados y acoge a casi 300 mil habitantes. El territorio está dividido entre los colectivos que operan en el lugar. Tres Raíces tiene su radio de acción en las zonas de El Observatorio y las zonas más cercanas al palacio de Miraflores. Además, controlan varias infraestructuras como un estadio, un centro de educación, dos ambulatorios y tienen sus oficinas en la planta baja de dos edificios. «Estoy dispuesto a morir por defender la patria», se despide Reyes, líder de Tres Raíces.

Otro de los colectivos formado bajo la tutela del gobierno venezolano es «Ana Karina Rote», que domina la zona de Caricuao al oeste de Caracas, en donde se ha instalado un campo de entrenamiento de personal civil para la defensa de la patria en caso «de alguna invasión armada por parte de Estados Unidos», según uno de sus miembros.

Uno de los líderes del colectivo Ana Karina Rote explica a ABC que, además de Caricuao, están presentes en otros sectores de Caracas, en donde ofrecen talleres de educación para el trabajo, enseñan la agricultura urbana y promueven la convivencia. «Atendemos temas sociales de la población, pero también somos un grupo armado que reconocemos a Nicolás Maduro como nuestro único presidente y tenemos la misión de neutralizar, por cualquier medio, las acciones de calle violentas que pretendan realizar los representantes de la ultraderecha, que quieren fabricar las condiciones necesarias para que Estados Unidos nos invada. Aquí hay un pueblo que se moviliza con las armas».

Lee el trabajo completo en ABC




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