En un artículo publicado en un medio uruguayo, Luis Almagro, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), se refirió a la situación venezolana, de la que resaltó el país continúa “por el sendero de destrucción”.
Explicó que “la falta garantías, de opciones de vida para la gente, los presos políticos, torturados, ejecuciones extrajudiciales, actividades criminales como narcotráfico, minería ilegal, contrabando y corrupción”, siguen caracterizando el panorama actual del país suramericano.
En el artículo titulado “El infierno del sendero que jamás se bifurca”, publicado en el semanario Crónicas, de Uruguay, también propuso aplicar en Venezuela un proceso de “cohabitación con contrapesos” para sacarla de la actual crisis política, aunque advirtió que prácticamente no hay nadie preparado para ese ejercicio.
Implica diálogo político real
Explicó que con cohabitación se refiere a un ejercicio político que implica diálogo político real, de institucionalidad compartida, de poderes del Estado compartidos. “Compartir el Ejecutivo es complejo y muy difícil. En un esquema de tensión permanente, tiene que estar tan detalladamente regulado que la mejor fórmula sigue siendo la fórmula suiza de sistema colegiado. El ejemplo regional es la Constitución uruguaya del 52”, escribió.
“Compartir es contrapesar. La cohabitación sin contrapesos puede transformarse en complicidad. El esquema de cohabitación a discutir en un proceso de diálogo debe dar garantías de contrapesos para quienes cohabitan. En caso contrario será una frustración más», agregó.
El caso uruguayo
En el Uruguay de 1952, la nueva Carta Magna establecía un Ejecutivo colegiado con el nombre de Consejo Nacional de Gobierno, que funcionaba a la par de la Presidencia de la República y que suprimió la figura del Vicepresidente.
De hecho, fue el resultado de un pacto político entre el presidente Andrés Martínez Trueba, el partido socialdemócrata Lista 14 y Luis Alberto de Herrera, con el cometido de restarle poder a Luis Batlle Berres.
Entonces, el Poder Ejecutivo pasó a ser totalmente colectivo, no existiendo en absoluto la figura del Presidente de la República. El Consejo Nacional de Gobierno era presidido de manera anualmente rotativa por uno de sus miembros, que era denominado Presidente del Consejo Nacional de Gobierno.
Con información de El Nacional.