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Mientras el Gobierno Nacional hace maniobras por permanecer en el poder, la crisis en el país se hace más severa, y el sector salud está muriendo junto con sus ciudadanos.

La escasez de medicinas supera el 85 por ciento en el país, según cifras aportadas por el Colegio de Farmacéuticos de Carabobo. Sin embargo, en algunas farmacias aparecen medicamentos importados pero a precios elevados, lo que sin duda asfixia la salud del venezolano.

La presidenta del Colegio de Farmacéuticos, Yelipza Moreno, expresó que los costos exorbitantes de las medicinas en el mercado no tiene explicación. Si los medicamentos son comprados a tasa protegida de 10 bolívares, o todavía adquiriendo a Dicom, el precio de venta sigue siendo elevado.

El Gobierno es el encargado de otorgar la permisología para importar medicamentos, así como de regular su valor cuando sea necesario, dependiendo de los requerimientos de los sectores de bajos ingresos.

Los medicamentos llegan a las farmacias a través de las droguerías, controladas por el Ejecutivo. El margen de ganancia por cada medicina es de un máximo de 30 por ciento, pero muchos establecimientos lo han reducido a un 22 por ciento por los elevados precios de los remedios.

Esto promueve que muchas farmacias se hayan visto en la obligación de cerrar sus santamarías, o sobrevivir ante un régimen que tiene una deuda en las divisas del sector.

Estas deudas de divisas con los laboratorios extranjeros, impide que muchos medicamentos entran al país. A medida que el Gobierno va solventado algunos pasivos, comienzan a ingresar medicinas.

El hipertensivo Dilatrend llegó al país de forma tardía por las deudas a los laboratorios, detalló Moreno. En su caja el precio marca 770 bolívares y la fecha de creación es del 2014, es decir, han pasado casi tres años para su venta en el país. Vence en agosto de este año.

La distribución de este medicamento, a un costo accesible y con las escasez de hipertensivos, representa un escape para los que padecen de esta enfermedad. Ya que la mayoría de los precios de estas medicinas superan el sueldo mínimo del venezolano.

Pastillas para la tensión como Irbesartán con 14 comprimidos de 150 miligramos cuesta 26 mil bolívares, las de 300 miligramos tiene un costo de 38 mil 500 bolívares. Losartan de 100 miligramos y 60 unidades vale 32 mil 740 bolívares.

Los anticonceptivos, desaparecidos del mercado farmacéutico, han llegado en algunos establecimientos, pero sus precios oscilan entre 22 mil 550 bolívares y 41 mil bolívares. Antibioticos, también escasos, como la Ciprofloxacina de 500 miligramos con 16 comprimidos tiene un valor de 20 mil 500 bolívares y la Claritromicina en 44 mil 500 bolívares.

El valor exorbitantes no garantizan que los ciudadanos puedan conseguir los medicamentos. La oferta sigue siendo menor a la demanda de estas medicinas en el país. La escasez es un golpe duro en la salud de las personas.

PADECIMIENTO

La hipertensión es una enfermedad que aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón o accidente cerebrovascular, aún más si no es tratada médicamente. Realidad a la que se enfrentan cientos de venezolanos que la padecen.

Hector González tomaba constantemente pastillas para la tensión. Esto acabó desde hace un año, la medicina recetada por el doctor desapareció de las farmacias. Con suerte, y luego de varios recorridos por distintos establecimientos conseguía otras marcas, pero es algo que no ocurría siempre. Desde hace cuatro meses no toma la medicación.

En la noche del pasado martes 21 de agosto, se levantó con un fuerte dolor de cabeza y tensión en el brazo. Su esposa Mayela García lo ayudó a ir al baño. De forma confusa, solo vio como el cuerpo de su compañero cayó al piso.

Mayela García es doctora. Rápidamente lo atendió y supo que pasaba. Un accidente cerebrovascular, mejor conocido como ACV colocaba en peligro la vida de su esposo. Sufrió parálisis en toda la parte derecha del cuerpo.

El resentimiento de ver a su esposo en ese estado por la ineptitud del Gobierno la agobia. Si Héctor González hubiese tomado sus pastillas, estaría en perfecto estado de salud. La escasez de medicamentos cobra la vida de muchos venezolanos.

Cómo González, muchos hipertensos colocan su salud a la suerte. Cristina Landaeta de 60 años debe tomar Atanolol de 100 miligramos. Tiene más de tres mese sin conseguirla, ahora toma agua de poleo e hierve hojas de guanábana para controlar su tensión.

La ultimas vez que consiguió las pastillas fue en noviembre de 2016, la caja de 30 comprimidos le costó 76 mil bolívares, un precio que sin duda, no es accesible para todos los venezolanos.

Belarmina Hernández ha sufrido de tres accidentes cerebrovasculares. Tiene 70 años y padece de la tensión. Las pastillas no las consigue desde junio de 2016, los riesgos de sufrir otro ACV se incrementan, lo que puede acabar con su vida.




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