Una de las prerrogativas de todo régimen potencialmente autoritario, siempre ha sido la creación de un cuerpo paramilitar autónomo, es decir de un cuerpo desligado de las obligaciones de la Fuerza Armada Nacional, organizado, financiado y armado no por el Estado sino por el propio gobierno. Su función, aparentemente, es la de actuar como “guardia pretoriana”, al igual que aquellos grupos que cuidaban a los emperadores romanos, con miras a convertirse en un instrumento coactivo de un estado totalitario y de asumir, a corto plazo, el control total del país.
Por lo general son grupos formados, por lo menos en su fase inicial, por personas sin escrúpulos y con un curriculum no propiamente inmaculado, personas que han tenido ciertas dificultades para adaptarse a la legalidad de un mundo civil y democrático. Una característica importante y común a esos grupos que han contribuido a la creación y al soporte de regímenes dictatoriales, es que su poder y su acción, tarde o temprano, se salen del control del “hombre” que los ha creado y se convierten en un movimiento practicamente autónomo con el cual el gobierno legal es un tácito cómplice. Así pasó en la Alemania nazista donde Hitler, después de haber ganado las elecciones en 1933, creó las terribles “SS” (SchutzStaffela), brigadas de protección. Así pasó en la Italia de Mussolini, con la creación de los escuadrones de acción fascista, grupos violentos y al margen de la ley luego legalizados en 1923 bajo el nombre de MVSN (Milicias Voluntarias para la Seguridad Nacional). Asi pasó con la Unión Soviética de Stalin, así pasó con el Chile de Allende, así pasó con la Cuba de Castro, así pasó con la Venezuela de Pérez Jiménez.
A tal propósito, esos potenciales dictadores crean una institución “para-escolar” y “para-militar”, constituida por muchachos a los cuales, a través de un profundo e incisivo lavado cerebral se le inculcan sentimientos de odio y de resentimiento hacia quien no comparte la ideología del oficialismo. El manipuléo de esos jóvenes con fines políticos, esa aberrante violación de la psique de esos jóvenes inocentes, es la cosa más perversa,más despreciable, más ignominiosa y más inmoral que pueda cometer un gobierno autoritario.
Desde Italia - Paolo Montanari Tigri