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La Conferencia Episcopal Venezolana emitió este martes un comunicado para referirse al aniversario del 23 de enero de 1958. En él señala entre otras cosas que las marchas convocadas para este miércoles en todo el país, constituyen un signo de esperanza, algo nuevo que está comenzando a generarse.

Los obispos como ciudadanos, también exhortan a la Fuerza Armada Nacional y a los diversos órganos de seguridad del Estado para que protejan a la población, la acompañen y
respeten con un sentido cívico ante las demandas de sus derechos y de nuevas
realidades en el contexto de lo político.

A continuación el contenido del comunicado

El 23 de enero de 1958:

hito histórico para la democracia Venezolana.

1. El 23 de enero de 1958 es una fecha histórica para todos los venezolanos. Es
un signo inspirador del triunfo de la racionalidad social ante el abuso del poder; de
la unidad del pueblo que se hallaba débil ante la desarticulación de un régimen de
atropellos, de corrupción y de represión que encubría dentro de sí todos los males
que un gobierno autoritario puede tener.

2. Desde esa fecha el país marchó en vía de desarrollo, con una democracia que
siendo perfectible, logró hacer germinar en varias generaciones los valores
inherentes a ella: el mundo de libertades, separación de poderes, el valor de la
alternabilidad en el poder, la solidaridad y participación ciudadana, la
descentralización, el derecho de asociación, la libertad de expresión e información
y muchos otros elementos, que aunque no llegaron perfectamente a una efectiva
instalación en la realidad venezolana, influyeron para que la conciencia
democrática se enraizara profundamente en la población. Lamentablemente, el
deterioro de la vida democrática por factores conocidos por todos abrió las
puertas a que se fuera introduciendo un régimen de gobierno en el que muchos
cifraron sus esperanzas, pero que, a la postre ha resultado contrario a los
principios de la ética social y al respeto de la dignidad humana.

3. Hoy nos encontramos nuevamente con otro 23 de enero, a los 61 años de
aquel acontecimiento que fue significativo en la lucha de la civilidad ante la
barbarie. Lo hacemos siendo conscientes del sufrimiento al que ha sido sometido
el pueblo venezolano por la acción gubernamental, y hoy “vive una situación
dramática y de extrema gravedad por el deterioro del respeto a sus derechos y de
su calidad de vida, sumido en una creciente pobreza y sin tener a quien acudir. Es
un pecado que clama al cielo querer mantener a toda costa el poder y pretender
prolongar el fracaso e ineficiencia de estas últimas décadas: ¡es moralmente
inaceptable!” (Exhortación del Episcopado Venezolano. 9-01-2019, n.2).

4. Ante esta realidad que la hemos calificado de tragedia nacional, es notorio que
la mayoría del pueblo pide un cambio de rumbo que pasa por un período de
transición hasta elegir nuevas autoridades nacionales. La experiencia reciente de
los cabildos abiertos, instrumento constitucional, ha permitido que los ciudadanos
se expresen abiertamente. En ellos la población ha manifestado el descontento
generalizado al considerar ilegítima, por su origen, la juramentación para un nuevo
período presidencial, que ha abierto “una puerta al desconocimiento del Gobierno
porque carece de sustento democrático en la justicia y en el derecho” (n.3). “Urge,
por tanto, asumir el clamor popular de un cambio, de una concertación para una
transición esperada y buscada por la inmensa mayoría” (n.2).

5. Las marchas organizadas para este 23 de enero, en todo el territorio
nacional, constituyen un signo de esperanza, algo nuevo que está comenzando a
generarse en nuestro país: cambios necesarios para el desarrollo humano integral
de cada persona y de todas las personas, pero siempre en democracia y de
acuerdo a la Constitución Nacional.

6. Estas marchas no son el final del camino, sino un signo de futuro en proceso
que debemos construir entre todos, sin excepción. No podemos cargar todo el
peso de las responsabilidades a una sola persona ni a una sola institución,
pues somos una nación y como tal debemos enfrentar las dificultades; por lo tanto,
“como ciudadanos y como instituciones nos toca asumir las responsabilidades que
nos competen para mejorar la actual situación y recuperar el país con sus valores y
potencialidades (…) los Venezolanos no podemos ser simples espectadores de lo
que sucede en el país, pues somos ciudadanos y, como tales, actores de primer
orden (…) Esto exige la articulación de todos los sectores sociales, promoviendo la
creatividad y proactividad de muchas personas en la búsqueda de soluciones” (Id.
n.5).
7. Exhortamos como ciudadanos a la Fuerza Armada Nacional y a los diversos
órganos de seguridad del Estado para que protejan a la población, la acompañen y
respeten con un sentido cívico ante las demandas de sus derechos y de nuevas
realidades en el contexto de lo político. Proteger a los ciudadanos, es decir, al
pueblo al que pertenecen sus propias familias y que sufren las mismas
calamidades, debe ser lo que inspire el salir a las calles uniformados. “La defensa
de la libertad ha costado mucha sangre y muchos sufrimientos” (n.5). En este
sentido deben atender al clamor de sus hermanos venezolanos para que todo
transcurra en paz.

8. Sabemos que existen grupos anárquicos que generan violencia. A estos grupos
son los que deben frenar los órganos de seguridad del Estado en defensa de la
población civil que marchará de forma pacífica. Obedezcan a su conciencia como
venezolanos. El valor de la vida y la libertad son indiscutibles, no se negocian, y
“Dios no quiere que por el sometimiento a injusticias sufra el pueblo” (Id. n.2). De
igual modo hacemos un llamado a dichos grupos, cualquiera que sea su signo y
orientación, para que se unan a la sana convivencia y a la concordia que tanto
piden los venezolanos, dejando a un lado todo tipo de violencia.

9. El 23 de enero debe ser, además, un día de reflexión y oración. Somos un
pueblo creyente y orante. Pedimos a la Santísima Virgen de Coromoto, patrona de
Venezuela, que cuide a cada venezolano, a las familias, en su búsqueda de
bienestar y libertad, e invitamos a todos a rezar la oración por Venezuela:
“Jesucristo, Señor Nuestro, acudimos a ti en esta hora de tantas
necesidades en nuestra patria. Nos sentimos inquietos y esperanzados, y
pedimos la fortaleza como don precioso de tu Espíritu. Anhelamos ser un
pueblo identificado con el respeto a la dignidad humana, la libertad, la
justicia y el compromiso por el bien común.
Como hijos de Dios, danos la capacidad de construir la convivencia
fraterna, amando a todos sin excluir a nadie, solidarizándonos con los
pobres y trabajando por la reconciliación y la paz. Concédenos la sabiduría
del diálogo y el encuentro, para que juntos construyamos la civilización del
amor a través de una real participación y la solidaridad fraterna.
Tú nos convocas como nación y te decimos: Aquí estamos Señor, junto a
nuestra Madre, María de Coromoto, para seguir el camino emprendido y
testimoniar la fe de un pueblo que se une a una nueva esperanza. Por eso
todos juntos decimos: ¡Venezuela!
¡Vive y camina con Jesucristo, Señor de la historia! Amén”
Con nuestra bendición.

Caracas, 22 de enero de 2019.
 José Luis Azuaje Ayala
Arzobispo de Maracaibo
Presidente de la CEV

 Mario Moronta Rodríguez
Obispo de San Cristóbal
1° Vicepresidente de la CEV

Raúl Biord Castillo
Obispo de La Guaira
2° Vicepresidente de la CEV

 José Trinidad Fernández Angulo
Obispo Auxiliar de Caracas
Secretario General de la CEV




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