Abraham Aguirre levanta la santamaría de su negocio y le encomienda a Dios que los ingresos de esta semana flexible le permitan subsistir, pese a la caída del 80% en ventas que ha sufrido su local con el inicio de la cuarentena.
Desde el C.C Mercanorte de la avenida Bolívar de Valencia, Aguirre revisa minuciosamente que ningún rinconcito de su comercio acumule polvo y que los maniquíes tengan las camisas y pantalones bien ceñidos.
Asomado a la acera ve pasar a los primeros transeúntes con tapabocas que caminan a paso acelerado. Cuando una persona se detiene frente a su negocio Aguirre le ofrece su mercancía, pero pocas responden: la mayoría se limita a echar una mirada vacilante antes de continuar su ruta.
Si alguien llega a interesarse por sus prendas es porque alcanza a decirles que se encuentran en oferta.
Bien entrada la mañana observa que varios de los locales aledaños no abrieron. Aspira no llegar a ese extremo: no quiere cerrar el local donde ha laborado los últimos 23 años.
Para incrementar las ventas, Aguirre implementa estrategias, además de las rebajas de precios, que le ayudan incluso durante la cuarentena radical. Se trata de la apertura de redes sociales como una especie de tienda online.
El comerciante sabe que no será fácil volver a generar los ingresos de hace seis meses. «Es muy poco lo que percibimos por trabajar una semana, la afluencia de gente también ha mermado”.
Dificultades para movilizarse, cierres temporales
Lorenzo Araujo, vicepresidente de la Cámara de Comercio de Valencia (CCV), informó que no se han reportado cierres definitivos de negocios, pero consideró que muchos no han abierto durante la semana flexible por la escasez de gasolina en la región.
Araujo indicó que para evitar el ausentismo laboral y garantizar la movilización del personal al lugar de trabajo, sin exponerlos al contagio del coronavirus, los comercios y el sector industrial han optado por contratar transportes privados que funcionen con gasoil. “Las pocas unidades de transporte público hábiles en las calles están atiborradas de personas, lo que dificulta que los empleados puedan cuidarse”.
La contratación del transporte privado es un gasto que no todos los comerciantes pueden costear.
Alexander Corona, dueño de una zapatería, aseguró que a principios de año contaba con el doble del personal. Todos se trasladan en camionetas. “El transporte ha sido pésimo, va una persona encima de la otra”.
Con las estaciones del metro cerradas, más personas utilizan camionetas para llegar a las principales calles comerciales del centro de Valencia. El bulevar Constitución y la avenida Lara son epicentros de aglomeraciones.
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