People gather around an ambulance loaded with a dead body following a bomb blast at an election rally in Mastung on July 13, 2018. A bomb killed at least 70 people and injured 40 others during a rally in Pakistan's restive Balochistan province, in the day's second attack on a political event ahead of the July 25 election. / AFP PHOTO / BANARAS KHAN

La conmoción reinaba este sábado en Pakistán un día después de un sangriento atentado suicida que mató a 128 personas en Baluchistán y que coincidió con la detención del ex primer ministro Nawaz Sharif por corrupción, hechos que estremecen la ya tensa campaña electoral para los comicios del 25 de julio.

«Carnicería en Mastung» titulaba el diario Express Tribune. «Masacre», escribía otro, The News.

El país observará el domingo una jornada de duelo, indicó el primer ministro paquistaní interino Nasirul Mulk, cuyo gobierno está encargado de preparar las elecciones.

Los familiares de las víctimas del atentado -el más cruento en Pakistán desde el ataque a una escuela de Peshawar que dejó más de 150 muertos en diciembre de 2014-, empezaron a enterrar este sábado a los muertos en Mastung, en el suroeste del país. Una ceremonia estaba prevista por la tarde en Quetta, la capital de la región.

El atentado, reivindicado por el grupo yihadista Estado Islámico (EI), es el tercero que afecta este semana a una reunión electoral en Pakistán. En total 150 personas han muerto en esos ataques, entre los que figuran dos candidatos en las elecciones.

Estos acontecimientos hacen resurgir el espectro de la inestabilidad y la violencia en un país donde la situación de seguridad parecía mejorar respecto a los anteriores comicios de 2013.

Tras los atentados, varias voces se elevaron este sábado para recordar al ejército sus obligaciones de base. «Nunca ha sido tan cierto que el ‘stablishment’ militar paquistaní debe concentrarse en la seguridad, y no en la política», tuiteó el analista Mosharraf Zaidi.

El ejército es a menudo acusado de interferir indirectamente en la vida política del país, lo que desmienten los militares.

El portavoz del ejército, el general Asif Ghafoor, advirtió por su lado que «fracasarán los intentos de las fuerzas hostiles de que descarrilen las actividades democráticas» en el país.

Para el analista Rahimulá Yusufzai, se asiste a una «nueva ola de terrorismo», que puede continuar hasta las elecciones y después. «Esto estuvo muy bien planeado», e inclusive «coordinado entre diferentes grupos insurgentes», añadió.

Gran tensión

En Baluchistán, los hospitales estaban este sábado en estado de «emergencia» tras haber acogido la víspera a más de 150 heridos, indicó el ministro del Interior de la provincia, Agha Umar Bungalzai

El atentado tenía como blanco un mitin del político Mir Siraj Raisani, del partido Baluchistan Awami Party (BAP), quien falleció.

El asistente de Raisani, Shams Mengal, afirmó que el kamikaze «estaba en primera fila». «Se levantó y se hizo estallar en cuanto Raisani empezó su discurso».

Testigos hablaron de escenas «aterradoras» tras la explosión. La evacuación de los muertos y heridos tuvo que hacerse en gran parte en la oscuridad por la falta de electricidad, constató AFP en el lugar.

Baluchistán es la más pobre e inestable de las provincias de Pakistán. Las Fuerzas Armadas indicaron esta semana que prevén desplegar más de 370.000 hombres para garantizar la seguridad el día de las elecciones legislativas.

Detenido el ex primer ministro

En este sangriento contexto electoral, se produjo la detención el viernes del ex primer ministro paquistaní Nawaz Sharif, condenado en ausencia a diez años de cárcel por corrupción, y de su hija Maryan, cuando retornaban al país.

El ex jefe del gobierno y su hija fueron condenados a 10 años y siete años de cárcel la semana pasada cuando se encontraban en Londres, donde la esposa de Sharif recibe tratamiento por un cáncer.

Aunque Sharif no pueda presentarse a la elecciones, su condena y su encarcelamiento avivan grandes tensiones políticas en el país.

Su clan tacha la condena de «política», y acusa al poderoso ejército paquistaní de conspirar contra él y de interferir en la vida política.

«Sé que  (…) me llevarán directamente a la cárcel», declaró Sharif en un vídeo difundido el viernes por su partido, donde aparece sentado en un avión

«Quiero decir a los paquistaníes que lo hice por vosotros (…) Caminen conmigo, unan sus manos a las mías y cambiemos el destino del país», afirmó Sharif, todavía muy influyente en el país.

Según los analistas, este regreso parece esencialmente motivado por la voluntad de salvar a su partido, el PML-N, cuya campaña electoral tiene problemas, con unos sondeos en caída frente a su principal rival, el PTI, dirigido por el excampeón de cricket Imran Khan.




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