Muchos corredores llevamos meses preparándonos para lo que será el Maratón CAF 2025 el próximo 16 de febrero. Esto implica que para la mayoría de nosotros, el mes de diciembre fue una época de controlar trasnochos, comilonas y excesos. El equilibrio tuvo que hacerse presente para quienes nos comprometimos con esa meta.
Correr 42 kilómetros no es una hazaña más de quienes sumamos distancias a pie. Aparte de ser el único maratón que se realiza en Venezuela (Si, maratón es solo aquel cuya distancia oficial es 42 kilómetros 195 metros, todo lo demás se llama carrera o media maratón, 21k) es la única oportunidad que tenemos los venezolanos de celebrar lo que significa la prueba reina del atletismo, la que nos enseña a correr pero también la que nos convierte en mejores personas para el resto de la vida.
Puede parecer muy poco objetiva esta afirmación viniendo de una persona que tiene ya 15 años corriendo, pero este espacio lo voy a dedicar a las razones que tengo para decir que correr un maratón es lo mejor que puede regalarse a sí mismo un ser humano.
Quienes practicamos esta disciplina sabemos que lo más difícil de correr esos 42 kilómetros no es cruzar la meta ese día; eso será lo más sencillo. Llegar a la línea de salida es la verdadera prueba superada. Ese momento en el que esperas el conteo regresivo para salir a hacer lo que tus piernas esperan después de meses de exigirte al máximo, de levantarte obligado cuando lo que tu cuerpo quiere es descansar, de transformarte física y emocionalmente en otra persona…
Son muchas las lecciones que se aprenden cuando corremos esta distancia. Los entrenamientos nos van mostrando capas de nosotros mismos que vamos soltando una a una. Al principio la energía y el entusiasmo nos acompaña, luego con el transcurso de las semanas la exigencia aumenta y el compromiso tiembla.
Las últimas semanas el cansancio es casi insoportable y muchos se van quedando en el camino. Es la voluntad la única que puede contra las ganas de saltarse los entrenamientos, hasta que llega el gran día. Todo lo aprendido se pone en práctica una vez más, ahora saludando a esa nueva persona que cruzará la meta; un nuevo ser humano que deja atrás al que empezó a entrenar hace unos meses. Crecemos, morimos un poco en cada paso que damos y resurgimos cuando el cronómetro nos marca un nuevo maratón finalizado. Lo hagamos bien o mal, ya somos y seremos otros.