Ya por un tiempo hemos estado escribiendo y alertando acerca de las criptomonedas y el verdadero espacio que ocupan en el mundo financiero. Para repasar brevemente, estamos ante un nuevo tipo de activo especulativo de alto riesgo, de corte digital, que no significa más que un bien etéreo que se puede comprar y vender en los distintos mercados con la expectativa de una cierta ganancia. Algunas bolsas de valores convencionales y otras nuevas como Binance y el hoy famoso FTX transan estos activos habitualmente.

No hay nada más allá para las criptos, no tienen características de moneda como tal y por ahora no van a suplantar las principales divisas de intercambio comercial. Esas cumplen un importante rol doméstico e internacional que podrá ser reemplazado solamente cuando las criptos evolucionen. Pensamos que ya muy pronto éstas serán debidamente reguladas y posiblemente sean emitidas o respaldadas por los principales gobiernos, como una alternativa a sus dineros actuales.

Ahora bien, como es históricamente habitual, el brillo de los nuevos instrumentos especulativos atrae no solamente inversionistas noveles, ambiciosos e inexpertos buscando ganancias rápidas, sino también gerentes igualmente noveles e inexpertos que manejan tales inversiones sin la pericia requerida.

Estos criptoactivos dependen de la supuesta integridad  de la tecnología blockchain, una herramienta que agrupa múltiples registros digitales desintermediados y entrelazados que permite su anotación y seguimiento a todas las transacciones. Una suerte de libro digital donde todos los participantes dejan su huella y se presume que todo se puede rastrear sin necesidad que haya un ente regulador que supervise ninguna actividad y responda por su debida gestión.

La inmensa suma de dinero que este mercado ha captado en los pocos años desde su incepción ha dado pie a que muchos quieran abordar este supuesto bote dorado y coloquen aquí sus ahorros con la expectativa de un retorno muy por encima de lo que es habitual en los mercados tradicionales. Tanto la academia como la experiencia dicen que esto sólo se consigue aceptando una mayor volatilidad, la cual responde al mayor riesgo inherente a este tipo de inversión sin ningún respaldo y sin regulación.

Mientras todo vaya bien, el precio dependerá de la oferta y la demanda. Muchos nuevos compradores inflan el precio hasta que algo los asusta y se retiran, con el desplome esperado y posterior recuperación. Pero Edward Murphy nos enseñó en sus Leyes que algo saldrá mal. Transacciones no autorizadas, hackeo masivo, conducta criminal, uso de fondos de clientes para transacciones personales y pare usted de contar. Tal y como lo dijo Murphy.

Todos recordamos al tristemente famoso Standford Bank ¿Por qué pagaba más que los demás bancos? Simplemente porque el nivel de riesgo era mucho mayor. Sin tradición, sin trayectoria, ofreciendo tasas de interés que eran impensables para el resto de la industria eran un claro indicador que había un mayor riesgo implícito en tales colocaciones. El resultado ya lo sabemos. La historia está llena de ejemplos similares, como los casos locales del Banco de Los Trabajadores de Venezuela o el Banco Latino.

El político canadiense Pierre Poilievre, reconocido populista y actual líder del partido conservador de ese país recomendó a principios de año que sus conciudadanos usaran los criptoactivos como una forma de protegerse contra la inflación; imperdonable error. Recientemente, el Presidente de El Salvador adoptó una criptomoneda como la segunda moneda oficial del país, con las pérdidas que ello ha significado para la solvencia de una nación, al atar las Finanzas Públicas a un activo que ha perdido más de la mitad de su valor en cuestión de días.

Ahora bien, hay Fondos de Inversión manejados por gerentes profesionales que han invertido una porción de sus recursos en estos activos como parte de una estrategia de diversificación bien diseñada, y que les ha permitido cosechar las dulces mieles de estos activos, previendo y protegiendo la caída de su valor con las estrategias que garantizan que esos portafolios no se vean afectados por estos inmensos vaivenes. Esto incluye por ejemplo ventas cortas, posiciones largas, el uso de opciones y márgenes, y varias otras medidas de protección. Esto lo conocen los jugadores de gallos como taparse.

Eso es cosas de actores expertos que saben muy bien lo que hacen, lo ejercen de forma cotidiana y disponen de todos los recursos necesarios. Hacerlo a título personal, con la mera ambición de una ganancia fácil y rápida pero sin los conocimientos adecuados es una fórmula ideal para el desastre. Un desastre anunciado.

guillermomendozad@gmdconsultor.com




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