No podrás nadar hacia nuevos horizontes, si no tienes el valor de perder de vista la costa”. Ese comentario se le escucho decir a William Faulkner (1897-1962), gran escritor estadounidense. ¡Una expresión realmente contundente!

Muchas son las personas que se refugian en los hábitos, y se adormecen acobardados en la rutina, en la repetición, porque así reciben el falso beneficio de sentirse seguros; pero sólo quienes se arriesgan a avanzar más lejos de lo que con frecuencia hacen, pueden saber hasta dónde les es posible llegar, y descubrir las grandes nuevas oportunidades…

Frenados por esta actitud evasiva, muchas personas ofrecen gran resistencia a cambiar sus hábitos y rutinas, a sabiendas de sufrir y mantenerse en riesgos, con fuertes perjuicios, e inclusive, la muerte. ¡Nada como para ver fácil la situación!

Ante malos hábitos, como fumar, sedentarismo, aventuras e improvisación, hay quienes mantienen una indiferencia y pasividad, muchas veces total, que compromete el bienestar, la salud, la seguridad física, social, psíquica y espiritual. Al contrario, sin afrontar riesgos mayores, con comodidad y la defensa que nos proporcionan algunos hábitos, nos veremos siempre más solventes y con más baja angustia y ansiedad.

El conocimiento en profundo tanto del propósito como del significado que cada persona tenga sobre su vida, puede estimarse como la esencia y base que nos favorece en mantener una estable y positiva salud física, social y mental. Los expertos reconocen y refuerzan la conexión que debe mantenerse entre una vida motivada, optimista con claro sentido del pasado lleno de aprendizajes y recuerdos, como del presente, de lo inmediato, que cada vez más se le señala como el ya o el ahora en que vivimos.

Otra cosa es la dimensión del futuro, quizás la más compleja, confusa y difusa representación, del tiempo en los humanos. Algunos en critica han dicho que el futuro es como la gran incógnita del tiempo, porque todo aquello, cosa, indefinición, asunto, de no saber qué ni explicarnos con eso, es probable que vaya a parar allí, en esos proyectos especulativos y abiertos del tiempo que llamamos futuro. ¡Y hasta lo echamos allí!

El tiempo está metido en todo y su influencia es inequívoca y mucha, en la calidad o deterioro de nuestra vida, y en el incremento o perjuicio de la longevidad. Son muchas las evidencias científicas sobre este tema. Muchos mensajes nos amenazan sobre enfermedades y muertes, pero la gente no se mueve fácilmente a cambiar los hábitos.

El abandono físico de tanta gente durante las pandemias desde el año 2019 hasta el presente, y lo que todavía nos espera por acometer en el buen o en el mal sentido, es cosa compleja. ¡La gran pregunta es si nos resistimos o cambiamos los hábitos que hemos desarrollado ante la pandemia y sus peligros! ¡Nada fácil elaborar opiniones ante tantos afectados!

¡La resistencia y el rechazo de la gente es a veces frontal e increíblemente agresivo! Atrapados en sus egos, mucha gente es capaz de no recibir una vacuna para hacer todo lo contrario de lo que le recomiende algún archienemigo de la cuadra, de otra familia, o del colegio. En el mundo entero estamos a la defensiva ante cualquier comentario. ¡Como si nos hiciéramos sordos!

Quienes atienden pacientes con cáncer, por ejemplo, afirman que ningún sobreviviente continúa con su anterior estilo de vida después de una curación de la enfermedad: todos tienen que hacer grandes cambios en sus vidas de después del cáncer. ¡La idea que predomine debe ser que lo positivo nos impulse a luchar! El mensaje central es que estar sano es nuestra motivación, y así la vida se vive más placentera….

Es necesario encontrar fuerte motivación, propósito de vida, algún mensaje interior poderoso que nos oriente por qué, y por donde, avanzar; mensajes mucho más importantes que los que hayamos mantenido por mucho tiempo (si es que existieron algunos de extremo valor). Pero históricamente, los falsos orgullos han demostrado que el ser humano hace cualquier cosa, aun en contra de sí mismo, con tal de expresar la contraria que puede llevarle a la pena y el sufrir, hacia el dolor, y hacia la muerte como escapatoria, en instantes de extremas depresiones.

No confundamos la paciencia y la meticulosidad de la conducta inteligente y analítica, con la resistencia rígida y obtusa que nos impide cambiar los hábitos que entorpecen la vida. No existe la auténtica genialidad sin que esté presente una buena dosis de paciencia analítica. Voltaire (1694-1778), filósofo y fogoso escritor francés, fue radical cuando dijo que: “El que vive prudentemente, también vive tristemente”.

¡Quizás sería con mucho, pero mucho, pesar!

Hernani Zambrano Giménez, PhD.

hernaniyo@outlook.com




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