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El cuerpo de Ernesto Arvelo, de 24 años, en "La Previa". Es el cuarto fallecido en seis meses. (Foto cortesía)

Para Mildiely Arvelo fueron seis meses de “tristeza, dolor y sufrimiento”. Su padre y su hermano estuvieron presos por hurto en los calabozos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) de Plaza de Toros, al sur de Valencia, desde el 3 de marzo de este año hasta el viernes 4 de septiembre, cuando el primero fue liberado y el segundo falleció por tuberculosis a la espera de la audiencia preliminar.

Mildiely denunció que su hermano Ernesto Arvelo, de 24 años, falleció pasadas las 3:00 a.m. del viernes por desnutrición, insuficiencia renal, insuficiencia respiratoria aguda y tuberculosis, después de tres días de agonía: martes, miércoles y jueves. “Le costaba respirar, le faltaba oxígeno por la cantidad de presos. Él se ponía morado y sus compañeros traban de revivirlo echándole aire”.

Este lunes 7 de septiembre, en entrevista con El Carabobeño, Mildiely contó que para ella y su familia se convirtió en un calvario la lucha para lograr que su hermano recibiera atención médica. “La primera vez que llevé el acta para que lo trasladaran al hospital, no lo sacaron”, dijo. En esa oportunidad los funcionarios le dijeron que debía llevar a un médico privado hasta el Cicpc, pero eso no fue posible. No tenía los 25 dólares que el doctor le estaba cobrando por el servicio.

Luego, por suerte, se llevó a cabo una jornada médica en la sede policial de Plaza de Toros para atender a los reclusos. Fue así como un médico revisó a Ernesto y le recetó un tratamiento de varios medicamentos. Mildiely reunió 20 dólares como pudo y compró todas las medicinas que le habían mandado a su hermano, sin embargo, “al día siguiente le botaron todo el tratamiento en una requisa”.

Fue enfática al señalar que más de una vez los funcionarios se negaban a recibir la comida y los medicamentos. Ante este panorama, con el pasar de los días Ernesto se fue descompensando. Lo sacaron de la celda en la que se encontraba y lo llevaron a “La Previa”, un pasillo cercano a los calabozos al que mandan a los reclusos enfermos. “Cuando se agravó, se hacía pupú y se orinaba. Lo tenían desnudo allá adentro”.

El Cicpc de Plaza de Toros, que es un centro de prisión preventiva donde los detenidos no deberían permanecer más de 48 horas, cuenta con tres celdas para hombres (A, B y C) y una cuarta (D), para mujeres, sin contar el espacio habilitado en el área de la División de Vehículos. Entre las cuatro, hay una capacidad total de 70 plazas.

Se conoció que actualmente solo en el calabozo A hay al menos 160 reclusos y en total suman 341 detenidos aproximadamente en esas instalaciones, lo que representa un porcentaje de hacinamiento superior a 480%.

Ante el delicado estado de salud de su hermano, Mildiely se dirigió hasta el Palacio de Justicia de Carabobo para pedir la intercepción de un juez. Aseguró que fijaron el lunes 31 de agosto como fecha de la audiencia preliminar, para que luego pudiese recibir atención médica. Pero no lo quisieron llevar al tribunal porque supuestamente el alguacil no había llevado la boleta de traslado.

El jueves 3 de septiembre Ernesto “ya estaba muy mal”. Ante la inacción de los funcionarios, que debieron llevarlo al tribunal tres días antes, Mildiely volvió al Palacio de Justicia y le dijeron que harían la audiencia el viernes. Pero fue demasiado tarde para Ernesto. “En la madrugada del viernes me llamaron para decirme que había fallecido. El mismo día que mi hermano murió, le dieron la libertad a mi papá”.

Para la familia Arvelo el calvario no terminó con la liberación del padre y la muerte del hijo. No tenían recursos para pagar los servicios fúnebres y, aunque la alcaldía de Guacara los ayudó con el subsidio de los gastos de la funeraria, ellos tuvieron que pagar por el cupo en el cementerio. “Tuve que recoger dinero, el hueco costó 40 dólares”, apuntó.

A Ernesto lo enterraron el domingo 6 de septiembre, sin velorio debido a las restricciones impuestas para evitar la propagación de la pandemia de COVID-19.

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En una sola celda del Cicpc Plaza de Toros hay más de 160 reclusos. (Foto cortesía)



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