La Navidad para los venezolanos es sinónimo de alegría, familia, unión, fiesta, hallacas, aguinaldos, gaitas, parrandas y, para aquellos de más edad, también equivale a estrenos, misas de aguinaldo y patinatas.

Pero no es así para otros países latinoamericanos como Argentina, donde la Navidad solo es una época vacacional, en la que el verano es el protagonista y debe aprovecharse en playas, clubes y lugares vacacionales.

No todo el mundo adorna sus casas, por no decir que casi nadie las engalana. ¿Nacimientos?, probablemente en las iglesias, pero no en las casas. En estos días vimos una calle con unas pequeñas luces en unos postes y la gente se extrañaba.

Nunca pensé pasar estas Navidades en Buenos Aires y como, “a lo hecho pecho”, tal y como me lo prometí, formamos una parrandita y tocamos en varios lugares, entre ellos, en la Iglesia Parroquial Nuestra Señora de Caacupé, un templo paraguayo que adoptó a los venezolanos inmigrantes. De hecho, enarbolan cuatro banderas, la de Paraguay, la de Argentina, la del Vaticano y la de Venezuela. Además, tienen en un lugar importante, entre el altar y la entrada lateral, una copia del retablo de la Chinita, que todavía está adornado con flores y encajes blancos, desde el homenaje que le hicieron en noviembre. También está un gran afiche del beato José Gregorio Hernández, la imagen de la Virgen del Valle, otra de la Divina Pastora y un gran cuadro al óleo de la Virgen de Coromoto.

Mientras esperábamos por el ensayo final que tendríamos antes de cantar en la misa de aguinaldo, nos encontramos allí, con el Cardenal Baltazar Porras, quien nos saludó con cariño y comentó que se encontraba en Argentina para la beatificación del Cardenal Eduardo Pironio, quien en vida fue su amigo personal.

Después de la misa de aguinaldo, en la que cantamos con el Coro de Voces Blancas “Maestro José Antonio Abreu” y el Coro “Voces de Libertad”, dirigidos magistralmente por la profesora Elicar Pérez, se llevó a cabo el concierto navideño que cerró con nuestra presentación.

La verdad es que fue increíble cómo disfrutó el público, integrado fundamentalmente por venezolanos. Nos acompañaron cantando “Tun tun” y “Fuego al cañón”. Les gustó nuestro aguinaldo “Era madrugada” y una versión nuestra del “Aguinaldo carupanero”, con estrofas dedicadas a este hermoso país sureño.

No hay duda de que en estos momentos Argentina está viviendo un proceso difícil. Aquellos que llaman “K”, por ser proclives a los Kirchner, no están de acuerdo con las ideas del nuevo presidente Javier Milei, quien heredó un país endeudado y empobrecido. Para colmo, el 17 de diciembre, día patrio para nosotros, un temporal hizo estragos en Argentina y más de un izquierdista le echó la culpa al nuevo gobierno.

Las manifestaciones que se dan ahora, gracias a las medidas anunciadas por Milei, derogando casi trescientas leyes, me recuerdan a las marchas nuestras, llenas de gente golpeando cacerolas vacías porque tienen hambre. Pero creo que ellos no se dan cuenta de que tienen hambre gracias al mal gobierno anterior. Milei advirtió, antes de ganar, que serían muy fuertes los primeros meses de su gobierno y apenas tiene diez días ejerciendo como presidente. Quizás estos problemas alejen todavía más al argentino de la celebración de la Epifanía del Señor.

Por nuestra parte, hicimos hallacas. Dirigió la operación mi hija, yo fui una obrera y mi marido también. Me sentí algo extraña, pero muy feliz y más feliz todavía cuando las probamos, verdaderamente exquisitas.

Y cenamos en familia el 24, tras asistir a la misa en la Iglesia Santa Bernardita, que está cerca de nuestra calle. Vinieron, además de mi hermano Juan Pablo, mi sobrino de la vida César Manzanilla y mi casi nieta Nenu Briceño, varios amigos venezolanos, muy cercanos a nosotros. Nos abrazamos y, en ese momento especial, elevamos nuestras plegarias al homenajeado de la noche, el Niño Jesús, a quien le pedimos como regalo, que Venezuela recupere su lugar como el mejor país de Latinoamérica, con una democracia robusta que permita el retorno de los migrantes que han sido protagonistas del dolor en cada hogar venezolano, familias que hoy sólo pueden verse a través de una pantalla.

Comparto la esperanza de que estos deseos coincidan en que esta sea la última Navidad bajo el socialismo. Anhelamos el éxito de las elecciones en diciembre de 2024 y la recuperación plena de la Navidad venezolana, la mejor del mundo.

Anamaría Correa

anamariacorrea@gmail.com

 




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