El Carabobeño
(Foto archivo)

El gobierno de Marcos Pérez Jiménez, sin desconocer que fue una dictadura, dio inicio al proceso de modernización e industrialización de Valencia, con obras insuperables como la Autopista del Este, la avenida Cuatricentenario, el estadio José Bernardo Pérez, o el Parque Metropolitano, lo cual fue posible por el sentido de pertenencia que siempre impulsó El Carabobeño.

Este diario, como ningún otro del país, mantuvo una inteligente oposición al gobierno, reconoció el historiador Raúl Meléndez. «Su director fundador, Eladio Alemán Sucre, tuvo el acierto de darle a través de sus páginas, sentido de pertenencia a las comunidades, a personalidades y gremios de esta ciudad  para exponer problemas y aspiraciones, con lo cual lograba evitarse problemas, como los tuvo en el inicio del régimen».

Las argumentaciones del historiador se basan en investigaciones que viene haciendo, desde hace 6 meses, en el Departamento de Documentación de El Carabobeño, que dirige María Milagros Ortiz. Su objetivo es lograr una información fidedigna para su tesis “El gobierno de Pérez Jiménez, de 1951 a 1958, en Valencia”, con la cual optará al título de doctor de la Universidad Católica Andrés Bello, donde ha seguido estudios superiores, guiado por Elías Pino Iturrieta y Tomás Straka.

La investigación se inicia en el año 1951, tomando en cuenta que, aunque hubo otros gobiernos militares a partir del asesinato de Carlos Delgado Chalbaud, Pérez Jiménez fue el hombre fuerte de Venezuela hasta el 23 de enero de 1958, cuando huyó en avión hasta la República Dominicana.

Historiador Raúl Meléndez

Raúl Meléndez, egresado de la Universidad de Los Andes y profesor de Historia de la Universidad de Carabobo, decidió iniciar su investigación en El Carabobeño, una fuente privilegiada por ser el diario más importante, que tenía acceso a los principales centros de poder. El se ha encontrado con la sorpresa de que el contenido informativo es de obligatoria consulta para entender la idiosincrasia del pueblo valenciano, los orígenes de su desarrollo industrial y urbanístico.

EVADIENDO LA CENSURA

Meléndez afirma  que don Eladio Alemán aprovechó el sentido de pertenencia que caracteriza a la valencianidad y logró que fuera la sociedad civil la que reclamara sus derechos y aspiraciones, sin opinar directamente, para que no le volviera ocurrir la sanción que tuvo en 1952, cuando  el jefe de información del diario, Rafael Zapata, hizo críticas al mensaje de la  memoria y cuenta del presidente del estado, como se llamaba entonces al gobernador del estado, Salvador LLobet, y olvidando que desde 1948 había un decreto que obligaba a los medios a enviar a una comisión de censura las informaciones y comentarios en contra del gobierno.

El presidente Salvador Llobet, quien para el historiador es “el peor gobernante que tuvo Carabobo», ordenó que el diario dejara de circular los días 21, 22 y 23. El 24, El Carabobeño reinició sus ediciones sin retractarse, ni darle explicación al señor Llobet. Pero comenzó una campaña sobre los problemas de la ciudad, denunciados por los afectados, sin que el periódico emitiera opinión.

De esas campañas, una de las más comentadas fue sobre los efectos de asfixia, enfermedades de la piel y otras afecciones, que producía un polvillo que emanaba de la fábrica de cemento en Lomas del Este. Se podía interpretar que era un ataque al gobierno por el valor que tenía el cemento para la construcción de obras civiles, que era uno de los logros del perezjimenismo. Pero la campaña fue respaldada por el concejo municipal,el Colegio de Médicos y otras instituciones, menos la dirigencia sindicial, que argumentaba que sus miembros se iban a quedar sin trabajo.

En ese momento, el gobierno lo compartían el presidente del estado, nombrado por el presidente de la República, y el concejo municipal. Ambos cargos, de 1951 a 1958, fueron ejercidos por carabobeños, lo cual indica que se respetaba el regionalismo y la pertenencia a Valencia, como era la política de El Carabobeño, en procura del desarrollo del estado y en el ejercicio de su derecho a mantener su independencia como entidad.

La tradición tiene como antecedente la posición de Fernando Peñalver quien, a pesar de haber firmado el Acta de la Independencia en 1811, no estuvo de acuerdo con el procedimiento de declaración, por no tomar en cuenta observaciones de nuestra provincia. Esta posición ocasionó un alzamiento cívico, no en contra de la Independencia, sino por el apresuramiento para la decisión tomada en Caracas, el cual fue sofocado por tropas al mando del Marqués del Toro.

HECHO INDISCUTIBLE

Raúl Meléndez encuentra como hecho indiscutible el respeto que se tenía por la valencianidad. En la celebración del Cuatricentenario, el concejo municipal estaba presidido por un ciudadano independiente, como don Teodoro Gubaira, quien logró que el presidente Marcos Pérez Jiménez viniese especialmente a la sesión del  25 de marzo de 1955, día de la festividad, a pesar de que el orador de orden era José Rafael Pocaterra, enemigo jurado de la dictadura, como lo había sido de la de Juan Vicente Gómez.

A los pocos días, Pocaterra murió en Canadá y, a pesar de la oposición del régimen, el concejo municipal trajo su cadáver a Valencia para sepultarlo en el cementerio municipal, en una manifestación de pesar multitudinaria.

¿Que significa para usted la valencianidad?

-Yo sostengo que la valencianidad obliga a que los valencianos sean tomados en cuenta para el ejercicio del poder. Y con esa finalidad fue fundada, por el obispo Gregorio Adam, la Sociedad Amigos de Valencia, que reúne representantes de los sectores económicos, sociales, eclesiásticos, culturales, comerciales e industriales y personas  que ocupaban cargos claves.

Don Eladio Alemán Sucre, que fue el primer vicepresidente de esa institución, a través de su  diario impulsó esa iniciativa. La situación cambió un poco, a comienzos de la década de los años 60, con la reapertura de la Universidad de Carabobo y la creación de la Zona Industrial, que trajo  cuantiosas migraciones internas en busca de trabajo. Pero la lucha para que los valencianos tengan participación en los centros de poder del país se mantiene y es evidente.

El Carabobeño tuvo mucho que ver con la valencianidad, pues todo aquél que quisiera lograr una posición de prestigio tenía que estar vinculado, de alguna manera, con este diario.

Raúl Meléndez está entusiasmado y admirado con la riqueza documental que tiene, virgen, El Carabobeño, pues en cada consulta se encuentra con datos que son material para otras investigaciones y tesis. ”Hemos sabido que el gobierno de Pérez Jiménez, cumpliendo con su objetivo de urbanizar a Venezuela, creó la Comisión Nacional de Urbanismo, presidida por el arquitecto Carlos Raúl Villanueva, y que la primera comisión regional fue creada por el concejo municipal de Valencia que planificó el urbanismo tomando en cuenta el cauce del río Cabriales, que divide a la ciudad en dos, de norte a sur. Planificó el Parque Metropolitano y urbanizaciones, entre ellas Los Sauces, que fue inaugurada para la clase media por Pérez Jiménez . Le siguieron El Viñedo y El Trigal.

Después, en el período democrático, recuerda Meléndez, fue que hubo el caos urbanístico en el centro y en el sur de la ciudad, en la actualidad profundizado

 




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