¿Cuánto vale la palabra empeñada? ¿Y cuánto la confianza depositada y el compromiso ante los retos asumidos?

Hay personas que, cuando están en desacuerdo, luchan o huyen. La discusión puede plantearse de varias maneras, que van desde las duras expresiones de indignación, pasando de la ironía al sarcasmo, sin miramientos, con respuestas incisivas, y juicios de valor despectivos. Sin embargo, para hacerle frente a los desacuerdos, no basta con la inteligencia: hace falta paciencia, consideración, respeto y templanza.

Consideramos que mantenernos firmes tratando de alcanzar los objetivos trazados, resulte el vínculo de coherencia y cohesión más fuertes para contar con el apoyo de los ciudadanos en llevar el complejo proceso de la Primaria a buen término.

En la apuesta de este desafío no podemos permitir que la discusión se quede en las redes, desvirtuándose la realidad que nos ha convocado a llevar adelante esta cívica labor; sino que hemos de avanzar hacia los fines que queremos alcanzar, al entender que la Primaria resulta, sin duda alguna, como la estrategia más acertada para contrarrestar esas perversas maniobras del régimen que siempre buscan mantener a la oposición dividida con la finalidad de fragmentar el voto en la elección presidencial de 2024.

Por supuesto que resulta incomprensible e inaceptable la actitud impropia de estas personas que pretenden erigirse por encima de las negociaciones, las reglas y los acuerdos; considerándose, con su actitud prepotente y fuera de lugar con derecho a poner en riesgo lo logrado. Por tales determinaciones es que, sin duda la confianza se ha hecho difícil. No hay decisión exenta de costos políticos ni de riesgos. Y comprendemos la presencia argumental del miedo.

Entendemos que son tiempos turbulentos, hasta inseguros, de allí que para cumplir con nuestros compromisos sea imprescindible contar con esa voluntad y esa fortaleza, que, a pesar de los pesares, nos permita mantener nuestra palabra, pese a cuanto ocurra a nuestro alrededor.

Así las cosas, la valiosa condición moral que tenemos que preservar, es la del compromiso. Pero no el compromiso fácil con planteamientos acomodaticios y las consignas previsibles para cada ocasión, sino con los valores que nos configuran como ciudadanos libres y no como súbditos. Un compromiso contra el régimen y sus secuaces. Pero también contra los amigos que prefieren mirar hacia otro lado y disparar a los blancos fáciles, porque el miedo, el cansancio o la aquiescencia les impiden saber quiénes son los verdaderos enemigos.

Una vez más nos permitimos recordar que la Primaria es un paso fundamental en ese complejo recorrido que hemos emprendido para recuperar nuestra democracia, y con ella, nuestro país. Ese que perdimos y le debemos a nuestros hijos

Manuel Barreto Hernaiz

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