El pasado jueves 13 de julio hubo debate entre los candidatos a las primarias de la oposición. O quizás debate no sea el término apropiado: se notaron más coincidencias que diferencias en esta primera reunión, lo que se debió, en parte, al formato utilizado por los moderadores, con preguntas concretas y estrictos límites de tiempo. Acudieron 8 de los 14 inscritos para las elecciones del 22 de octubre, y si bien se extrañó un poco la confrontación directa de ideas, proyectos y estrategias –el cara a cara frontal y el infight de quienes pretenden el favor del soberano-, el nivel de los participantes y sus respuestas dejaron buena impresión, tanto por el tono del discurso como por los contenidos que se expusieron durante la conversa. Sobre todo, se agradeció el ambiente civilizado y de moderación, acostumbrados como estamos a las estridencias del régimen y a sus argumentaciones bizarras.
Un evento de este tipo no había ocurrido en Venezuela desde hace más de 10 años, cuando las primarias opositoras de febrero de 2012, y su importancia va mucho más allá de lo que se dijo o se dejó de decir. La convocatoria democrática a un debate democrático, con reglas de juego que se cumplen y gente –público y candidatos- que se comporta con educación y civismo es algo que no tiene precio en la Venezuela de hoy. Apenas hace unas horas pudimos ver en las redes sociales el ataque violento que sufrió María Corina Machado, de parte de agresores oficialistas que le gritaban “traidora”, durante una visita a La Guaira. La violencia política contra los opositores se ha convertido en la normalidad impuesta en el país desde que el chavismo es gobierno, y lo primero que se muestra con el debate del jueves es que hay formas de confrontar ideas y proyectos, por muy antagónicos que sean, que no necesitan la presencia de hordas de malandros a sueldo ni de insultos y descalificaciones. Y aunque esta civilidad parezca obvia, de repente no lo es tanto para los menores de 30 o 35 años –casi el 60% de la población- que han crecido rodeados de un sistema político violento, instalado por los que mandan desde hace un cuarto de siglo, en el cual no se respetan las diferencias de opinión ni las libertades más elementales.
Volviendo al debate, se destacó el respeto de los candidatos hacia sus rivales de primarias, así como la coherencia de las respuestas a algunas de las grandes interrogantes: ¿En Venezuela hay una dictadura? Casi todos –de hecho, todos menos uno- coincidieron en que sí la hay, con algunos aderezos ¿En las primarias se estará escogiendo al candidato(a) a las presidenciales o al líder de la oposición? Al líder, sin duda. Asimismo, hubo las diferencias que eran de esperarse en temas controversiales ¿Hay o habrá un programa común de gobierno, una especie de Punto Fijo 2023? Ya estamos pensando reunirnos para resolver ese asunto. Y otra: si el régimen inhabilita al ganador de las primarias¿Habrá una guía para la sucesión o se mantendrán los resultados de la elección? Andrés Velásquezy María Corina Machado fueron terminantes en su posición de mantener los resultados, mientras que los demás mostraron varios grados de tolerancia en cuanto a tener opciones de reemplazo para los inhabilitados.
Hasta aquí la narración del evento y de sus virtudes. Ahora viene la realidad, con los obstáculos que le pondrá el chavismo a la celebración de las elecciones y a la participación de los candidatos que no le convengan; o sea, a casi todos. El debate civilizado y respetuoso que tuvo lugar en el Aula Magna de la UCAB no se parecerá en nada a la pelea que habrá que dar en la calle contra las marramucias, leguleyismos y violencia que pondrán los rojos para tratar de cerrar el camino hacia la democracia. Y puede que logren detener esta ola con decisiones chimbas del TSJ, trampas de la Contraloría, detenciones arbitrarias o simplemente agresión de militares y malandros tarifados; baste recordar el palo cochinero que se le dio al revocatorio en 2016. Pero a estas alturas del juego hay que cantar playbally salir al campo, con estrategias y opciones, con mucha malicia y con inteligencia. No queda de otra.
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