«El sentido moral es de gran importancia. Cuando desaparece de una nación, toda la estructura social va hacia el derrumbe». Alexis Carrel.

Ahora bien, no basta con esperar impávidos o como simples espectadores observando ese ineludible derrumbe. Como ciudadanos responsables del porvenir de TODA nuestra Nación, debemos dejar a un lado el miedo y la apatía, elementos nefastos para emprender cualquier tarea y alcanzar cualquier victoria.

La espera indefinida estallará y se tornará inadmisible cuando la ciudadanía, en su totalidad, se percate de una buena vez por todas, que no hay ninguna salida del otro lado de la espera, pues no es posible vencer y superar este trance, por medio de la paciencia, la tolerancia y el sacrificio colectivo; ya que el problema no es de un autócrata conduciendo al país como un bus sin freno, ni de circunstancias y coyunturas adversas, sino de la estructura, de la esencia política de este régimen, de su composición inmoral, pues tenemos como gobierno un régimen que engaña manipulando, con mentiras explícitas, fomentando la irresponsabilidad y pretendiendo moldear -tal cual régimen totalitario- la mentalidad del pueblo.

Se trata de un sistema perverso y mentiroso, que alimenta la discordia, el rencor y la fractura social. Que logra que 13 millones de compatriotas se registren para obtener su carnet de la patria para hacerse merecedores de esas demagógicas dádivas – mediante bonos, cajas CLAP o cualquier artimaña para comprarles el voto y la conciencia – además de las amenazas, de expulsión del empleo o pérdida de ciertos beneficios…

Pero ya las señales del derrumbe están a la vista, en virtud de que ningún gobierno electo por trapisondas al margen de la Constitución, puede mantenerse por la fuerza, apartando el estado de derecho y burlando el imperio de la ley; sin control, por la sumisión de los poderes que deberían controlarle, lo que le ha desnudado y lo muestra tal como es, sustentado en la coacción, exhibiendo la fuerza y la furia, como si se tratase de un régimen de ocupación.

Este régimen se derrumba porque ya el pueblo, ese ser que dejó la ropa del súbdito y se vistió de ciudadano, ese hombre sano pero confundido, tal vez ignorante pero no estúpido, ingenuo pero no idiota, se cansó de tanta demagogia grosera, se desilusionó de las vanas promesas de este régimen arbitrario y mentiroso; y ya parece entender que resultaba más saludable un gobierno que dé trabajo a los pobres, que uno que les mantenga con dádivas, promesas… ¡y pasando hambre, miseria y trabajo!

El futuro, según lo ha demostrado la historia, es siempre el cambio y transformación social; y el llamado es a todos a que se muevan con el poder de sus convicciones y no con la inercia de las circunstancias.

La esperanza y la unidad son las únicas alternativas posibles para seguir escapando del pesimismo que confunde, desgasta y paraliza. La pérdida de la actitud crítica, de la capacidad de protesta, resulta lo más nefasto para nuestra sociedad en tan apremiantes momentos.

Por eso, de la capacidad de resistencia, de la rebeldía inteligente, de la imaginación crítica, de la confianza en lo poco que nos queda de instituciones y de ese sano tejido social (Redes de Ciudadanos, las Universidades y sus estudiantes, las Iglesias, los Sindicatos, los Gremios y el Frente Amplio) sinceramente unidos y decididos, deslastrándonos de esos cepos que se han alojado en nuestras conciencias aturdidas por tantos mensajes pesimistas y de postergación, y hasta deformadores de la realidad, que de manera inexorable se nos presenta; y sobre todo, más que preocuparnos, de ocuparnos en las tareas que nos asignen, dependerá el éxito que como Nación podemos alcanzar.




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