Grande y muy ruidosa la reciente alharaca de la izquierda latinoamericana con el tema de sustituir el dólar por el yuan en el comercio internacional, con Lula y Fernández a la cabeza. Más allá del añejo anhelo asiático y del derecho que asiste a todos los países de decidir a su solo criterio en cuanto a transacciones bilaterales, la noción de que el oscuro renminbi, nombre oficial de la moneda China, ocupe algún sitial de importancia en los próximos años es ilusorio, por decir lo menos. ¡Es que ni el nombre lo conocemos!

Para el 2022, la economía americana representó el 25% de la producción global de bienes y servicios, o una cuarta parte del total, mientras que la novel alianza económica conocida como BRICS,la cual agrupa a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica alcanza al 26% del PIB mundial. Otro que apoya el distanciarse del dólar como lo es Argentina aporta un 0.6%. Aún más, al presente las reservas internacionales reportadas por los bancos centrales incluyen cerca de un 60% de dólares americanos y tan solo 2.5% de yuanes. Por cierto, son los chinos quienes más acopian dólares.De manera similar, en 2022 más del 88% de todas las transacciones de divisas incluyeron el dólar, mientras que sólo un 3% del comercio global fue en yuanes.

Una moneda de reserva tiene dos funciones principales: como medio de pago del comercio entre dos países y como depósito fiable de riqueza. Si bien las dos funciones son distintas, un requisito común es que una moneda debe ser «convertible» o estar libre de controles de capital. En otras palabras, los agentes económicos deben poder convertir la moneda de reserva en otras monedas a voluntad.También es importante que una vez completada una transacción, los involucrados deben estar dispuestos a mantener esa moneda. Deben creer que sus ahorros no serán confiscados por el país emisor. La confianza en el estado de derecho es primordial. Incluso si los exportadores de esos países están dispuestos a recibir yuanes de China a cambio de sus exportaciones, existe poca evidencia que sugiera que estén dispuestos a mantener esos yuanes en lugar de cambiarlos por dólares.

La razón de fondo por la cual este nuevo intento por suplantar la divisa del norte se anticipa del todo fallido es que el majestuoso dólar se encuentra respaldado por la primera economía libre del mundo, con un banco central totalmente independiente y con políticas monetarias absolutamente transparentes e incluso debatidas en la palestra de la opinión pública. Eso es lo que inspira la confianza de todos a la hora de escoger. Porque aun cuando se asume que los de USA tomarán las decisiones en beneficio de sus propios intereses, lo harán abiertamente y siguiendo los cánones de la ciencia económica, no por razones políticas ni ideológicas. Así ha sido siempre, desde la primera gran recesión del 1920 hasta la más reciente del 2008. Las medidas adoptadas de forma concertada para combatir los impactos del COVID lo ratifican e incluso fortalecieron al green back.

Difícilmente pueda pensarse que algún país con líderes serios, en sana paz confíe sus reservas a las tinieblas del modelo chino, con una autoridad monetaria seleccionada y totalmente supeditada al mandato del secretario general del partido comunista, quien de paso sirve como presidente del país. Muy poco probable porque su moneda está fuertemente regulada por el gobierno chino y por lo tanto, carece absolutamente de seguridad y libre convertibilidad.

Los chinos seguirán ofreciendo villas y castillos a todo aquel que acepte recibirles o pagarles en yuanes, lo que implica que los beneficiarios por una parte venderán sus dólares para comprar yuanes y los usarán para sus importaciones del dragón rojo, o también que recibirán créditos blandos de China denominados en yuanes para financiar sus importaciones. Pero, en ambos casos los fulanos renminbi regresan a las arcas chinas.

Una moneda de reserva es aquella mantenida y preferida por distintos gobiernos, instituciones multilaterales, bancos y ahorristas privados como parte de su existencia de divisas. Alcanzar el estatus de moneda de reserva no es un proceso formal, es más bien como ganar un concurso de popularidad, que requiere credibilidad, institucionalidad y transparencia. En el 2022 China ocupó el lugar 65 en el índice de percepción de la corrupción (IPC) publicado por la Organización de Transparencia Internacional. Creo que para sustituir el dólar, podemos esperar un poco más o quizás mejor nos buscamos otra opción.

Dr. Guillermo Mendoza Dávila
guillermomendozad@gmdconsultor.com




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