Según la Real Academia, “analfabetismo” es la falta de instrucción elemental referida especialmente a los que no saben ni leer ni escribir. Con un concepto más extensivo, “analfabetismo”, es la falta de rudimentos y nociones básicas de una disciplina particular que convierte el “analfabeta” en un profano de la materia. En el caso específico de hoy, cuando hablo de “analfabetismo…político”, me refiero a esas personas que, no solamente carecen de esos conocimientos mínimos necesarios para poder evaluar un evento político sino que, pecando de presunción, pretenden emitir juicios al respecto.
A tal propósito me permito reportar un interesante concepto sobre el “analfabeta político” expresado por el famoso dramaturgo alemán Bertold Brecht (1898-1956): El peor analfabeta – decía Bertold Brecht – es el analfabeta político. No oye, no habla, no entiende…o entiende mal, no sabe que el costo de la vida, el precio de la carne, de la harina, de todos los artículos de primera necesidad, de las medicinas, de nuestra vida cotidiana, depende de las decisiones políticas que se tomen. No sabe, y si lo sabe no quiere tomar conciencia de eso, que de su ignorancia política nace el niño abandonado, la prostituta, el desempleado, el pobre, el atracador, el mafioso y el peor de todos los bandidos que es…el político deshonesto y autoritario. Por último, no sabe que con su comportamiento se ha convertido en un cómplice de un gobierno corrupto!
Parecen palabras escritas para la Venezuela de hoy, porque su concepto está en perfecta sintonía con situaciones que vivimos en nuestra cotidianidad. El problema del “analfabeta político” entonces no es solamente su desconocimiento de la situación real del país sino que, (y esto es mucho más grave) el hecho de que con su comportamiento o, en algunos casos, con su indiferencia avala los atropellos y los abusos que se cometen.
No es posible, por ejemplo, que una persona con un mínimo de discernimiento no entienda que el control de cambio, que hoy día existe solamente en esos países con dictaduras comunistas como Cuba , como Corea del norte, o como la misma Venezuela, anula el mercado de capitales, condición básica para el desarrollo de un país. No es posible que no tome conciencia que ese dominio total de los poderes públicos es anti-democrático. No es posible que no entienda que esa pretensión de controlar todos los medios de comunicación, cerrando y amenazando con cerrar aquellos que no compartan la ideología del gobierno, cercena peligrosamente la libertad de expresión. No es posible que no entienda que la estatización de los principales centros de producción acaba con la economía del país y acelera esa carrera desenfrenada hacia el modelo cubano. En fin, no es posible que no comprenda que “ciertos regímenes autoritarios”, como el comunismo, pueden resurgir con tal que se le cambie el nombre, contando justamente con esa peligrosa complicidad de ese “analfabeta político”
Desde Italia – Paolo Montanari Tigri