Uno supone que la señora que está al frente del Ministerio de Educación sabe de eso o que, por lo menos, está bien asesorada. De todos modos, aún ni lo uno ni lo otro, merece todo nuestro respeto.

Después de este preámbulo, pasemos a lo que nos atañe: su no muy alentador mensaje a los maestros la semana pasada de “olvídense de sus intereses personales y limítense a dar clases”. O algo así. En dos platos (vacíos, por supuesto) la señora ministra anuncia que no dará a los maestros la contraprestación que merecen por enseñar a nuestros niños y adolescentes. O niños, niñas, adolescentes y adolescentas, como se estila ahora.

La señora ministra o sus asesores, si es que los tiene, deberían saber que la mayoría de los países del mundo, dedican una parte importante de su Producto Interno Bruto (PIB, le explico) a la educación, inclusive más de la que destinan a la salud o a la defensa. Según las páginas especializadas de la web, esta parte promedia entre un 11 y un 14 por ciento de sus respectivos PIB. Es un mito que una vez le preguntaron a Angela Merkel, entonces Canciller de Alemania, por qué su gobierno invertía tanto dinero en educación, y que ella respondió que “porque la ignorancia nos es más cara”; la respuesta realmente fue de un ex rector de Harvard, pero es bueno, sea de Merkel o del rector, recordársela a la señora que Maduro tiene como ministra de educación. Y también sería bueno recordarle que en el país
de la señora Merkel el salario mínimo es de 12 euros la hora.

Por supuesto, en un país como Venezuela, donde el tesoro de la nación ha desaparecido de las cuentas del estado para esconderse en las de gobernantes y sus testaferros, es una utopía pensar que el salario mínimo de un venezolano sea ese, al cambio actual 560000 bolívares mensuales. Y es que el salario mínimo en Venezuela en la actualidad está en 130 bolívares, según el último decreto promulgado en marzo de 2022. Esto equivale a 6,14 dólares, conforme al Banco Central de Venezuela (BCV). O sea, menos de 0,03 euros. Por favor, no vaya el lector a compararlo con los 12 euros antes mencionados.

Contradictoriamente, a contrapelo de lo que propone la señora ministra de educación, el de defensa acaba de proponer a los efectivos de tropa, que en lugar de servir a la patria olvidando sus intereses personales, “emprendan” para mitigar su hambre. Es decir, el ya consabido “rebusque”.

Vale comentar que en todas partes donde ésta es importante, la educación es obligatoria a partir de los 6 años de edad. Y en Venezuela también, y el Estado tiene el deber de facilitar la educación gratuita a todos los venezolanos. Pero esa gratuidad se refiere a los alumnos, no a los maestros, a quienes no se les puede obligar a dar clases por un sueldo que no alcanza ni para un almuerzo, obligándolos para sobrevivir, al “emprendimiento” que el ministro Padrino recomienda a sus tropas.

Los maestros de otros países en América Latina perciben sueldos que varían entre 500 y 2000 dólares, según el rango.

Los voceros del gobierno de Nicolás Maduro tienen un pliego de excusas para cuando se habla de aumentar el salario a los trabajadores del sector público, incluidos los docentes, como las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos y la Unión Europea, encabezando la lista el bloqueo del tesoro de la nación, depositado en bancos foráneos, a salvo de la rapiña chavista. Pero esas sanciones no parecen perturbarlos a ellos: en las recientes imágenes públicas de la señora ministra, se la ve bien “maiciaíta”…




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