Iniciamos esta “conversación” con la ya conocida queja de considerar que vivimos tiempos de gran aceleración; de ansiedad y deterioro de nuestro cuerpo físico y mental (emocional). Pero no nos quedaremos allí. Hoy nos centramos en analizar el valor que tiene la escucha dedicada, activa, para nuestro beneficio emocional. Escuchar a quienes tanto lo necesitan es algo que tiene, cada vez más, un elevado valor en las ajetreadas sociedades que, como la que vivimos, se desarrollan en medio de una impresionable aceleración y descuido por los demás. Dicho en otros términos: ¡Viven a la carrera, y en nada eso es bueno!

Algo tan aparentemente sencillo, como “voltear la cara para escuchar a quienes sufren” (que son tantos, en la actualidad) tiene una repercusión invaluable, desde el punto de vista humano y las consecuencias terapéuticas; aun sin que seamos profesionales de la medicina, y que no nos dediquemos al ejercicio de la psiquiatría o la psicología. ¡Porque escuchar es una medicina poderosa, más cuando se le practica ajustada a ciertos reiterados criterios de eficiencia!

Invitamos a que hagamos un esfuerzo mayor, constante, para prestar atención a los demás, pero que cada vez que pasemos a hacer ese esfuerzo humano de contactar a otra persona, no nos quedemos limitados a la simpleza de sólo oír, ¡sin que nos concentremos en dar otros más pasos en el poderoso acto vincular de escuchar!  Porque escuchar es propiciar nuestra entrada profunda en la consciencia de aquellos con quienes hablamos o vivimos instantes importantes de nuestras vidas, aun cuando sea breve el tiempo que llevemos de haberles conocido.

Aunque parezca extraño o contradictorio en la primera vista o escucha, quizás lo más importante para poder escuchar es aprender a permanecer en silencio: Mientras más profunda sea la calma y el silencio, más puede hacerse útil el contacto con la “voz orientadora” de nuestra consciencia; y al mismo tiempo, la escucha silenciosa de la consciencia de quien nos escuche. ¡Esto significa el uso eficiente de la calma y el silencio! Es lamentable que descuidemos a diario el valor extraordinario de esta medicina natural: ¡La escucha en silencio!

Nos descuidamos cada vez que intervenimos en forma acelerada. Y de hecho, además, de esta forma transmitimos todas nuestras más actualizadas angustias a aquellos, de cualquier edad, que pudiesen verse favorecidos por la calma y el silencio terapéutico de la escucha tranquila. ¡Seamos muy cuidadosos, porque con estas maneras agitadas y angustiosas de dirigirnos a otros, avanzamos muy rápido hacia los contagios con la enfermedad de nuestras emociones; cada vez más sin saber cómo, ni cuándo; y acostumbrados a no parar! Uno de los más sabios consejos enunciados dentro del habla popular es aquel que dice que: “de la carrera, sólo queda el cansancio”. Y otro consejo tan valioso y sencillo como el anterior, es el que combate la vieja creencia de que parar, y detenernos por un tiempo, aunque sea para coger aire, es una pérdida de tiempo…

Es la errada y miserable consideración, repetimos para que nos quede claro, que debemos estar en constante acción, ocupados en lo que sea, haciendo siempre algo; demostrando a todos, de todas las maneras posibles, que nuestra permanencia en este planeta y en la sociedad en que vivimos, es indudable y notoria… ¡Que humillante justificación! Pero, así como escuchamos este breve artículo, igual lo terminamos: refiriéndonos al significado de la escucha y el silencio, como recursos de sanación mental y comprensión interpersonal… ¡Es el valor humano de la escucha activa!

En una famosa frase de Buda encontramos algo más. Señaló Buda que “para enseñar a los demás, primero tenemos que hacer algo aunque sea muy duro (difícil), que consiste en enderezarnos a nosotros mismos. Aunque nos salgamos brevemente del tema original, Buda nos dice que el sufrimiento es el medio de comunicación mediante el cual existimos, en verdad, en algunos momentos de la vida, porque es el único gracias al cual tenemos conciencia de que existimos.

!Feliz domingo!




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