¿Podemos creer que existan miedos al miedo?

Anécdotas, cuentos y creencias, ayudan a explicarnos las razones que nos movilizan como personas. Por esto, les traemos la variante de un viejo cuento que bien aplica al tema escogido para hoy: ¿Existe el miedo al miedo?

¡Leamos, escuchando el cuento!

«En una oportunidad, alguien curioso, conversador y cargado de miedos, se encontró con un destacado sabio, y le hizo varias preguntas. Inicialmente, algo sudoroso y lleno de ansiedad, le preguntó: ¿qué es lo que habita (vive) en el interior del ser humano?

Entonces, tranquilo y controlado, el gran sabio respondió:

es como un perro bueno y otro malo, que se pelean entre sí.

¿Y quién de ellos ganará? –preguntó rápido el curioso conversador.

Depende ¿a cuál de los dos tú “alimentas” más? –respondió el sabio»

¡Bastaron las breves preguntas y respuestas del sabio, para entender su conocimiento! Por eso, en relación con miedos redundantes, o decir que tenemos miedo a los miedos, el gran filósofo griego Epicteto, nacido en el siglo I, decía: “En verdad, no nos dan miedo las cosas, sino las ideas que tenemos (y creamos) acerca de las cosas”.

En otros términos, pensemos que todos los miedos están en nuestra consciencia, porque nosotros mismos los hemos creado, reforzado y asentado en ella. De hecho, comprender y aceptar un miedo es cuestión de dejar de considerarlo (al miedo) como algo exterior a nosotros, que no podemos controlar, y aceptamos que es parte de nuestra esencia profunda, que hemos adquirido a través de la evolución de nuestra especie y con el desarrollo de nuestra vida.

¡Al comprender los miedos, poco a poco podremos dejar de temerles!

¡Importa no huir de inmediato ante un miedo, al presentarse insistente!

¡Esto podemos hacerlo desde un comienzo! Tenemos que retarlo al menos unos segundos, al sentirlo con curiosidad en nuestra mente (consciencia) y en algunas reacciones obvias en partes del cuerpo, conscientes de lo incómodo, porque ¡en verdad!

Este enfrentar inicial es común que así sea; pero con saber, también, que nos decidimos a la confrontación, se puede salir indemnes del “combate”.

De resultarnos así, podemos creer que estamos fortalecidos y triunfadores… ¡Lo que debemos seguir en mantener es con un buen control mental y físico!

¡El control de respiración al oxigenarnos más y reconfortar mejor al cerebro, es de un alto valor táctico cuando nos invade el supuesto miedo al miedo! Por esto, al referimos al miedo al miedo es más frecuente (y mejor) que se esté hablando de trastornos de pánico, que es un miedo prolongado. En menores casos, puede ser que nos refiramos a sentirnos en ambientes de saturación (agorafobias), o que vivamos ansiedad profunda, continua, con repetición de ataques de pánico o gran ansiedad.

¿Preguntémonos, por qué sienten miedo los seres humanos? Los miedos existen porque son fuentes de motivación, de impulsos, de sobresaltos muy potentes, que activan acciones impulsoras de situaciones perjudiciales, nocivas o amenazantes.

En concreto, el miedo despierta en nosotros la necesidad de evitar situaciones o de esquivar factores de riesgo, priorizando las cosas y dejando lo demás para más tarde, o para retomarlo en más favorables condiciones.

¿Podemos todos sufrir el denominado miedo al miedo?

Todas las personas (¡todas!) han tenido, podrán tener (y sentirán) ansiedad, en algún momento de sus vidas. Es algo muy común y corriente de parecer. Ya hemos explicado que el miedo se trata de una reacción normal de nuestro organismo ante una situación que valoramos como peligrosa.

El organismo se defiende como en una alarma de atención, generando síntomas físicos, como sudoración, compulsividad, taquicardias, hiperventilación, mayor agudeza visual o auditiva, tensión muscular, etc.

Toda esa cadena o “equipo” reactivo de alarmas se activa, con mayor o menor fuerza y permanencia, según las circunstancias que detecte el organismo (cerebro) y lo informe para el reaccionar rápido a “variantes exigencias del entorno”.

Los niveles moderados de ansiedad tienen efecto beneficioso, que facilitan un mejor desempeño de ciertas actividades. Por esta razón se considera la ansiedad como una respuesta adaptativa y protectora.

Pero con niveles de ansiedad elevados, y duraderos, entonces puede tener unas repercusiones negativas en la calidad de vida. Puede derivar en una depresión, trasnochos, abuso de tranquilizantes, bajo rendimiento académico o laboral, aislamiento social.

Cuando la persona llega a un estado de alerta permanente, y cree que siente miedo a sentir miedo, con síntomas físicos angustiantes y probable depresión anímica, (ansiedad) puede imaginar vivir una pérdida de control. Hablamos, nuevamente, del trastorno de pánico, el que a veces lo denominan miedo al miedo.

Los síntomas no asustan si se comprende la reacción del cuerpo, es decir, si algo nos ha asustado; pero, se entiende que la reacción fisiológica es la del cuerpo hacia el estímulo. Pero, somos vulnerables cuando nos cuesta identificar el estímulo que lo genera.

¡Sin embargo, el supuesto miedo al miedo es manejable, y tiene cura!

Hernani Zambrano Giménez, PhD.

hernaniyo@outlook.com




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