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Inspirados en la humildad, solidaridad, fe y vocación de servicio, virtudes de San José de Calasanz, su patrono, los voluntarios de la fundación Itaka-Escolapios tienen más de 10 años dejando su huella en comunidades vulnerables del sur de Valencia, como los barrios El Impacto y La Loma, a través de diversas iniciativas sociales que van desde comedores hasta programas de apoyo escolar.

Se trata de una fundación internacional guiada por la orden de sacerdotes escolapios o calasancios, coordinada además en diferentes ciudades alrededor del mundo por laicos comprometidos con el objetivo de dar respuestas a las necesidades educativas y, en el caso venezolano, de alimentación, principalmente de los niños. Su labor en Venezuela inició en 2009, en Valencia, Barquisimeto y Carora. Actualmente también están en Caracas y Maracaibo.

Adrián Ortiz, coordinador de la sede en la capital carabobeña, detalló en entrevista con El Carabobeño que la fundación realiza labores 100 % orientadas al área social, con obras como comedores, banco de medicamentos, promoción de actividades deportivas y artísticas, apoyo escolar y formación de jóvenes con diversidad funcional.

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En medio de la crisis generalizada por la que atraviesa el país, agudizada por la pandemia de COVID-19, Itaka-Escolapios mantiene un comedor en el barrio La Loma con el que beneficia a alrededor de 150 personas, a quienes se les garantiza un nutritivo almuerzo de lunes a viernes. La mayor parte de los beneficiarios son niños, personas de la tercera edad y familias en condición de pobreza extrema.

“Tanto por la pandemia, como por la necesidad que hay en nuestra comunidad, actualmente nuestro proyecto más importante es el comedor social”, explicó Albetzy Briceño, voluntaria de la fundación. Además de la ayuda fija que ofrecen a las 150 personas diariamente, también impulsan otras iniciativas en la comunidad, como la olla solidaria.

A pesar de las restricciones, el apoyo escolar dirigido a niños con déficit de atención o dificultades de aprendizaje es uno de los programas que, como el comedor, también se ha mantenido activo. “De igual forma la formación constante de nuestros voluntarios, porque para nosotros es importante mantenerlos formados para que siempre tengan presente que esta es una labor que se hace con cariño, de corazón y sin fines de lucro”, agregó Albetzy.

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Retos que han tenido que enfrentar 

De acuerdo a su testimonio, uno de los mayores retos que ha tenido que sortear Itaka-Escolapios en Valencia y el resto de sus cuatro sedes en Venezuela ha sido la sostenibilidad económica de cada uno de sus proyecto sociales, ya que dependen de la caridad y solidaridad de particulares para seguir ejecutándolos. Aún así no se detienen y tratan de aprovechar al máximo los recursos que tienen.

En Carabobo son al menos 20 voluntarios, de los cuales 11 están enfocados en mantener vivo el comedor de La Loma. Algunos van en bicicleta, de casa en casa, a entregar los almuerzos que preparan todas las semanas.

Por la situación del país, los donantes han mermado. Además, cuando se trata de alimentos, los precios siguen subiendo y las contribuciones que antes nos alcanzaban para comprar lo necesario para una semana de almuerzos en el comedor, ahora apenas cubre un día”, sostuvo la también asistente administrativo de la sede al sur de Valencia.

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La solidaridad, el valor principal 

Según Albetzy, para los voluntarios de Itaka-Escolapios el valor más importante es la solidaridad, ayudar al otro sin recibir nada a cambio y mostrarle a los más necesitados que tienen una mano amiga en la que pueden apoyarse. El trabajo en equipo es otro punto clave dentro de la fundación, resaltó.

“Nosotros tenemos el don de ser creativos y con lo que recibimos, nos la ingeniamos para hacer algo en pro de las personas que lo necesiten”, afirmó. “Tu conocimiento, tus oraciones, tu capital humano, tu aporte económico y cualquier cosa que nos puedas aportar, para la fundación será de gran ayuda, porque le daremos la utilidad necesaria”.

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Itaka-Escolapios Valencia tiene planes de ayudar con alimentos y apoyo educativo a muchas más personas en situación de vulnerabilidad en el sur de la ciudad, pero para materializarlo requieren del apoyo de más voluntarios que quieran sumarse a su causa y del aporte económico de nuevos donantes. Para ellos, cada granito de arena suma.

Con reporte de Iván Pinto.




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