“Un buen gobierno, debe procurar un sano equilibrio entre el estado, la sociedad civil y el mercado”. Elinor Ostrom, Premio Nobel de Economía 2009

Entre los muchos intelectuales y académicos, expertos en casi todas las disciplinas científicas, que han analizado desde distintas perspectivas los efectos de la pandemia, hay un grado de consenso apreciable sobre un punto: más que constituirse en sí misma como un factor de cambio disruptivo, la Covid-19 está siendo un impetuoso acelerador de tendencias preexistentes que, impulsadas por la revolución tecnológica y la globalización, habían comenzado ya a transformar el mundo.

Es un hecho que la pandemia ha afectado intensamente a los gobiernos y sus organizaciones. Ahora bien, en un universo como este del sector público, menos sensible que otros a los cambios de fondo, cabe preguntarse si esa enorme sacudida supondrá un punto de inflexión, esto es, si las dinámicas de transformación prevalecerán sobre las inercias de continuidad que lo caracterizan, o bien sucederá lo contrario.

En esta nueva realidad la gerencia pública tiene como objeto buscar soluciones a los problemas administrativos que afectan la eficacia y eficiencia de los programas gubernamentales asociados a la educación, seguridad personal, la salud pública, infraestructura y vivienda, finanzas públicas, ciencia, tecnología, innovación, inflación, entre otros.

La gerencia pública se construye como una nueva propuesta administrativa gubernamental que moderniza los enfoques de la alta dirección del Estado, y que tiene como finalidad el mejoramiento de la capacidad de gobierno para lograr un incremento en la gobernabilidad y contar con condiciones de mejora continua en los diferentes programas que beneficien a la colectividad.

En un estudio realizado en años recientes por la Universidad Católica Andrés Bello de Venezuela, dirigido por el Dr. Teodoro Campos; en referencia a la gerencia pública nacional, llegaron entre otras a la siguiente conclusión: “En las organizaciones públicas venezolanas, el día a día está inmerso en la solución de problemas administrativos, técnicos, humanos, informativos, comunicacionales, entre otros, la interacción entre unidades organizacionales es intensa y compleja y la gerencia es impulsada a través de planes de la nación, programas y acciones que son parte de la administración. Los planes de la nación están soportados en bases ideológicas y el Estado venezolano, a través del Ejecutivo Nacional y los distintos poderes que lo conforman, son responsables de la ejecución de estos planes ninguno de los cuales, vale señalar, ha logrado la inserción de Venezuela en el contexto mundial en términos de mejora de la calidad de vida, bienestar colectivo y acceso a los servicios de su población. Para la gerencia efectiva y eficiente de organizaciones públicas en tiempos de mucha complejidad e incertidumbre como los que se viven Venezuela, es preciso forjarse un «Estado Inteligente» (Kliksberg, dixit) el cual procure la mejora en la calidad de los servicios a los ciudadanos, el desarrollo humano de la población con visión ecológica y la eliminación de la pobreza. Entre las principales responsabilidades que tiene la gerencia pública está la gestión de salud de la sociedad, la cual se interpreta de la siguiente manera: la gestión en salud representa una síntesis de métodos y estrategias para facilitar el trabajo en los diferentes niveles y categorías de servicios que componen el Sector Salud para la promoción, prevención y recuperación de la salud.

Lograr lo mejor en lo tocante a la salud pública pide muchos detalles, vr.grt.: inteligencia, pulcritud, ciencia, técnicas, prudencia, cautela, conocimiento, lógica, información, coordinación, comunicación, control, sentido de anticipación, desarrollo de capacidades, honestidad, y -también- responsabilidad, entre muchos otros.

En los actuales momentos de crisis y de pandemia, se puede evaluar el nivel de efectividad de las naciones en cuanto a la salud pública por el índice porcentual de las vacunas administradas. En ese orden de ideas y de acuerdo con la organización Datosmacro.com; los cinco primeros países a nivel mundial con el más alto índice de población vacunadas figuran los siguientes: 1º) Israel con 10.537.676 dosis administradas y 5.434.565 personas vacunas, con un porcentaje de 56,6; 2º) Chile con 16.735.397 dosis administradas y 9.196.388 personas vacunadas y un porcentaje de 39,4; 3º) Estados Unidos de Norteamérica con 275.539.297 dosis administradas y 158.365.482 personas vacunadas con 37.8%; 4º) Emiratos Árabes con 11.704.191 dosis administradas y 5.051.853 personas vacunadas con un índice de 35.6% y 5º) Catar con 2.109.980 dosis administradas y 1,121,996 personas vacunadas para un índice de 31.3%.

Los cinco países latinoamericanos que han respondido con mejor eficacia en este proceso de vacunación, son los siguientes: 1º) Chile con 16.735.397 dosis administradas y 9.196.388 personas vacunadas y un porcentaje de 39.4%;2º) Uruguay con 2.415.597 dosis administradas y 1.444.706 personas vacunadas para un porcentaje de 27.4; 3º) Costa Rica 1.251.900 dosis administradas y 721.682 personas vacunadas y 10.4%; 4º) México 26.196.602 dosis administradas y 15.544.106 personas vacunadas y 8.3% y 5º) Panamá con 844.000 dosis administradas y 566.026 personas vacunadas y un índice porcentual de 6.2 %.

Un significado número de países han establecido unos objetivos muy claros para sus campañas de vacunación, pero en Venezuela el panorama es mucho menos claro. Y es que en ello están involucrados procedimientos científicos, corporaciones multinacionales, conflictivas promesas gubernamentales y una gran dosis de burocracia y regulaciones

Venezuela es el país de América que ha administrado menos dosis de vacunas (no alcanza las 350.000, según cifras publicadas en Our World in Data) contra dicho agente, donde se ve que en la Ciudad Hospitalaria Dr Enrique Tejera (INSALUD, Valencia) se colocó un aviso que comunica que ahí se vacuna a gente de la tercera edad que tenga el «carnet de la patria» (un acto discriminatorio anticonstitucional, por desacatar lo estatuido en el artículo 21de la Constitución Nacional vigente), no dándole prioridad lógica -que no equivale a «privilegio»- a los integrantes del equipo de la salud (IES) que laboran en ese hospital, siendo el país con mayor porcentaje de IES muertos por Ecovi-19 del continente (duplicando a Bahamas y superando a los demás países americanos),

Ante lo anterior y si la vacunación es potestad exclusiva de quienes mandan desde Miraflores y ejercen la gestión de lo público respecto de la salud colectiva, viéndose que se privilegió con vacunación a los funcionarios de las altas esferas del poder y a los diputados de la asamblea nacional, existiendo manipulación de la información con vacío comunicacional, que un conflicto de intereses personales-políticos privó para atascar la llegada de las vacunas y determinar un paso muy lento de aplicación y… más…, ¿cómo calificar lo que se ve acontecer? Acaso, ¿como hecho por «irresponsables» o que es una demostración de «irresponsabilidad»?

Por principio conceptual (que sólo los locos y los menores de edad son «irresponsables»), la respuesta es «no», pues quien desempeña tal gestión debe responder por lo que hace y por sus consecuencias.

Chichí Páez
gerenciaenaccionve@gmail.com
@genaccion




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