Con la celebración del «Día de la Madre» (en diferentes fechas, según el país) se honra a las madres, una ocasión en la que los hijos demuestran su amor y cariño a sus madres, aunque madre se es cada día del año y, realmente, una mujer se convierte en ello desde que está embarazada y hasta la eternidad. En este día se rinde homenaje a las mujeres que regalan la vida, se preocupan y cuidan de sus hij@s incondicionalmente cada día. Cuando se es madre, tod@s l@s hij@s del mundo son suy@s.

En la antigua Grecia, en el Día de la Madre se rendía honores a Rhea (madre de los dioses Zeus, Poseidón y Hades, entre otros). El catolicismo rinde honores a la Madre de Dios, la Virgen María, madre de Jesucristo. En el siglo XVII, Inglaterra empezó a dedicar el cuarto domingo de la Cuaresma a todas las madres operarias. En 1914, el presidente estadounidense Woodrow Wilson declaró que el Día de la Madre se conmemorara el segundo domingo de mayo como una celebración oficial, yendo a la Iglesia y que los hijos escribieran cartas a sus madres; luego, los regalos y las flores fueron añadidos a esta celebración tradicional.

En Venezuela, se dedicó por primera vez el 24 de mayo de 1921, en Valencia, por iniciativa del Dr. Jesús María Arcay Smith, presidente de la asociación “Caridad y Concordia”, quien logró que fuera oficializado por el Concejo Legislativo, esto fue seguido por 82 Concejos Municipales del país, y en 1924 una ley del Congreso Nacional decretó la celebración anual en todo el territorio venezolano, dándole el nombre de “El Día de las Tres Madres», pero tal denominación fue perdiéndose con el tiempo y hoy es conocido como el “Día de la Madre” y se celebra cada segundo domingo del mes de mayo. Mes de la Virgen, Madre de Dios.

Ahora, en nuestro país la conmemoración es muy distinta a las del pasado: estamos en cuarentena indefinida (confinados en nuestras casas) por la Covid-19 y en la peor crisis económica conocida en el país a la cual se llegó a fuego lento, pues hay quienes han debilitado la fortaleza individual, popular, y productiva de la nación. Hoy, no hay gasolina para ir a las floristerías y otros comercios donde comprar una flor u otro regalo para mamá: además, ¡están con la puerta cerrada!; sólo están abiertas las de los mercados, las farmacias, casas de productos médicos y odontológicos, varias ferreterías, algunos locales que venden comida para llevar a casa, y muy pocos del sector de la salud.

En este escenario, oscuro y sombrío, las madres se han erguido como excelentes lideresas (amorosas, entusiastas, firmes, decididas), dirigiendo/conduciendo la familia (evitando, en lo posible: mandar), asumiendo las nuevas actividades del hogar (que ya no son las de antes, sino más: cómo escuela, sitio de teletrabajo, jardín de entretenimiento y de psicoterapia y más, pues -aunque sea rudo admitir- a la mayoría de los grupos familiares le cambió mucho su realidad, motivo que llevó a las madres a ejercer nuevas actividades en su rol de líder.

¿Qué se ha visto ahora en las liderezas familiares? Que han aumentado su capacidad de comunicarse en todos los sentidos, haciendo gala de gran inteligencia emocional (al «torear» hij@s agobiad@s de estar enclaustrad@s, y al marido que siempre ha estado más en la calle que en la casa, quien se siente como loro enjaulado), incrementando su capacidad de planear, de establecer metas y objetivos, descubriendo y administrando sus fortalezas (aprovechándolas al máximo), creciendo y haciendo crecer a su gente, aprovechando su carisma, innovando, dando -sin criticar- el ejemplo a seguir, orientando siempre, siendo sociables, expresivas y cercanas, lo que les brinda mucho potencial a la hora de lograr compromisos, desarrollando un proyecto en particular.

Han aprendido de liderazgo (la función particular que tiene una persona sobre un «grupo», diferenciándose por ser quien va adelante, proactiva y asertivamente en la cresta de la ola, viendo desde esa altura la mejor ruta a transitar y llevando hacia la transformación en un «equipo de alto desempeño»), aun ¡sin haber estudiado formalmente cómo liderar!, pues sus sentidos adicionales (que tienen como mujeres) se lo hacen intuir y que gracias a esa característica innata del género femenino les hace ser consideradas, prudentes y sagaces en el trato con su familia, buscando que se trabaje para conseguir una meta en común.

A muchas ya no se las ve comprar por fidelidad de marca, sino por precios, dañándoseles los zapaticos por comprar en ventorrillos en terrenos al aire libre con pisos irregulares, sucios y hasta lodosos, llevando sol y arenisca, cargando bolsos y paquetes con alimentos en sus manos y hombros o rodándolos con carritos y/o carruchas por las aceras y calles con huecos y desniveles, hasta la despensa de sus casa, y haciendo mucho más… destilando amor por doquier.

¡Cuánto espacio es necesario para detallar lo que las madres están haciendo como brillantes lideresas en esta cuarentena que se ha añadido a la severa crisis económica actual (que ya ellas han venido sorteando como cuando se navega en el cauce rápido y peligroso de un río lleno de peñascos) sin dejar que se perciba su angustia!

Madres: ¡muchas gracias por ser como son, reciban el reconocimiento y el más grande amor!




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