«Una generación no es un puñado de hombres egregios, ni simplemente una masa: es como un nuevo cuerpo social íntegro, con su minoría selecta y su muchedumbre, que ha sido lanzado sobre el ámbito de la existencia con una trayectoria vital determinada. La generación, compromiso dinámico entre masa e individuo, es el concepto más importante de la historia, y, por decirlo así, el gozne sobre el que ésta ejecuta sus movimientos. Una generación es una variedad humana, en el sentido riguroso que dan a este término los naturalistas. Los miembros de ella vienen al mundo dotados de ciertos caracteres típicos, que les prestan fisonomía común, diferenciándolos de la generación anterior». José Ortega y Gasset.

El solo hecho de haber logrado los imprescindibles acuerdos unitarios para la conformación de ese sólido bloque que habrá de garantizarles el éxito en la seria contienda electoral que se realizará el próximo 14 de noviembre, ya nos indica la madurez de esos estudiantes, en quienes ha venido forjándose una decidida conciencia, más allá de identidad grupal, como un proceso político-pedagógico acelerado, estableciendo como requisito para emprender cualquier tarea y alcanzar los objetivos deseados, el dejar a un lado el miedo y la apatía, demostrando tener la capacidad de escuchar sin alterarse y sin perder la confianza en sí mismos, al punto de emprender comprometidamente la lucha para impedir que les confisquen el porvenir, que les arrebaten el último bastión de luz y esperanza libertaria.

Esta es la nueva generación de estudiantes que viene dando muestras tangibles de fuerza, madurez y sentido de orientación al enfrentamiento contra las terribles adversidades que este perverso régimen les ha colocado en el camino que se deben trazar para ingresar, tal como se merecen, al siglo XXI.

Y es que estos jóvenes consideran, con justa razón, que la educación universitaria es demasiado importante para el futuro de nuestra Nación como para dejar la resolución de sus tensiones en manos del régimen…

He aquí entonces, está generación emergente que ya no acepta más mentiras, ni se deja llevar por cantos de sirena retrógrados y violentos; que en su corto transitar por este convulsionado siglo les ha tocado un país en el cual se confiscaron TODOS los poderes públicos, les ha tocado crecer en medio de la militarización de la sociedad, como si nuestro país fuese un campo de batalla, en donde ya no se trata al adversario político como tal sino como enemigo, estigmatizándole como «vende patria, lacayo del Imperio, oligarca, golpista, desestabilizador» y cualquier otro epíteto denigrante.

Les ha tocado una inflación sin parangón en nuestra historia, les ha tocado aguantar con noble temple todas las triquiñuelas demagógicas, arcaicas e insensatas del régimen, lo que prácticamente les convida a ser parte de la lamentable diáspora venezolana.

Sin embargo, ante ese lamentable panorama que se evidencia en nuestro país, que conmueve a todos y repercute en la Universidad de Carabobo, estos muchachos, atentos a esa realidad, y comprometidos con preservarla y mejorarla, se plantean un digno reto, que mas que eslogan o frase de posicionamiento, convoca a la impostergable acción: ¡HAGAMOS HISTORIA!
Este es el momento del resurgir de esa conciencia universitaria que no se limitó a la sola formación de su cerebro, sino que, en su indoblegable y noble participación, demuestra una vez más, la verdadera formación de su corazón y su espíritu libertario.




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