Somos el país más pobre de América Latina. Nuestro perfil nutricional se asemeja a países africanos. Está en el informe de la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (ENCOVI). La pobreza de ingresos afecta al 96% de los hogares.

El Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, en alianza con la USB, lleva varios años estudiando los cambios en la vida de los venezolanos, con rigor científico y sensibilidad humana. Publicado en julio, no ha tenido la difusión debida en virtud de la pandemia y la situación comunicacional del país, cuya opacidad sirve para disimular verdades mientras se acentúan los dramas sociales, agravados por el contraste entre el conocimiento público y el sufrimiento de las personas.

La falta de información pública oportuna y confiable acerca de los profundos problemas que nos afectan como sociedad, es un serísimo obstáculo para poder emprender con éxito iniciativas de reforma que vayan cambiando las cosas, como Venezuela puede y debe.

Ignorar la realidad o atribuirla a factores externos como las sanciones, como nos propone –e impone- la versión oficial de la propaganda, aparte de falso, es criminal. Más gente sufrirá por más tiempo mientras no asumamos plenamente la realidad que es y mientras más tardemos en iniciar el camino, duro, empinado, en absoluto breve, hacia la realidad que debe ser y que puede ser.

Los datos recabados hasta marzo, son anteriores a la pandemia, no pueden explicarse por ella y seguramente se han agravado a lo largo de 2020.

La pobreza multidimensional, más allá del ingreso, llegó a 64.5% de las familias, un 13.8% más que en 2018. Eso, mientras la población venezolana disminuía en cuatro millones. Se calcula que se han ido cinco, pero hay nacimientos y es lógico que la inmigración se haya reducido radicalmente si no cesado. Los venezolanos comen menos y comen mal. Sus servicios de agua potable, energía eléctrica, abastecimiento de gas, han retrocedido hasta niveles decadentes. Sus oportunidades de empleo digno se cierran, porque cada vez hay menos empresas formales, muchas de las que había cierran y casi no abren nuevos establecimientos. El panorama escala hacia una crisis humanitaria. Solo “Para cerrar la brecha de la pobreza extrema harían falta cinco mil millones de dólares”, explicó Luis Pedro España.

Es imperativo humanizar la vida venezolana. La respuesta, tan obvia como urgente, consiste en estrategias adecuadas en políticas y programas sociales que deben formar parte de una visión general de país próspero y justo, con políticas económicas tan sensatas como ambiciosas. Eso, lo sabemos, no será posible sin un cambio radical en lo político-institucional, el cual amerita, para producirse, una transformación sustancial en la política. Salir de la negación y la exclusión, para entrar en los predios abiertos y complejos, no siempre fáciles, de la convivencia plural. Es decir, de la democracia que hoy nos es negada.




Estimado lector: El Diario El Carabobeño es defensor de los valores democráticos y de la comunicación libre y plural, por lo que los invitamos a emitir sus comentarios con respeto. No está permitida la publicación de mensajes violentos, ofensivos, difamatorios o que infrinjan lo estipulado en el artículo 27 de la Ley de Responsabilidad en Radio, TV y Medios Electrónicos. Nos reservamos el derecho a eliminar los mensajes que incumplan esta normativa y serán suprimidos del portal los contenidos que violen la Constitución y las leyes.