Martes, 10 de septiembre de 2024

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La credibilidad de un líder

El ejemplo de la lideresa que con todas sus virtudes como conductora ha movido las voluntades dentro de un país es inobjetable

Por más poderoso que sea un dictador,

sólo es un hombre. No tengáis miedo”.

San Juan Pablo II.

Líder” es una palabra que deriva de la expresión “leader” (una expresión compuesta que surge del verbo inglés “to lead” (que en español significa “conducir”) y del sufijo “er” (que comunica “aquél que” o “quien”); es decir “leader” significa “aquél(la) que conduce” o “quien conduce”. Expresado de otra manera: “quien orienta”, no “aquél(la) que ordena” ni “quien manda”.

Quien lidera ayuda a luchar contra la frustración y la angustia. Sobre todo siembra fortaleza, consistencia, resiliencia, esperanza y pasión interna. La lucha que dirige es mental y por ello busca influir metodológicamente en la mente de cada persona que le sigue, sabiendo que esa persona está escribiendo su historia particular y por esto busca asegurar el efecto de sus palabras y de su accionar: no descansa ni admite la rendición, no da espacio para el lamento (con esto nada se gana).

Quien lidera siembra ansiedad, como la cantada por “chelique” Sarabia: “Ansiedad de tenerte en mis brazos, musitando…”. Esa ansiedad que esparce por doquier es la de la cristalización de lo anhelado y que sabe ha de inducir su enraizamiento en el corazón de cada aliad@ para que decida acompañarle y seguirle en la visión soñada.

Quien lidera no se exalta: es HUMilde. Téngase presente que esta palabra deriva de HUMUS (suelo). Por esto, quien lidera no se permite que en su mente haya ínfulas vanas ni engreimientos fatuos que le separen del suelo: ha de tener sus pies bien plantados en la tierra: tiene claridad de que sólo ha de ganarse la credibilidad de todas las personas que convergen en torno a su persona para que se sientan exaltadas en pro de lo mejor y sin tener temor del efecto del accionar individual: busca el efecto del accionar comprometido del conjunto conformado por tod@s.

Entonces, cabe preguntarse qué es “credibilidad”. Algo nada fácil de lograr, pues es un atributo (esa cualidad que otr@s asignan a alguien, que le adjudican, que le otorgan espontáneamente). Tal cualidad mide la disponibilidad de est@s otr@s a aceptar lo que ese alguien expresa e induce a hacer, pues consideran que es creíble, lograble, verificable.

La credibilidad es un medio de persuasión que tiene dos tipos de componentes; a la sazón: 1- objetivos (la lógica, la calidad o tipo de lo inducido, la congruencia entre el decir y el actuar, la referenciación respecto de la trayectoria del comportamiento constante y de las relaciones pulcras y transparentes (sin opacidades) de quien propone: su prestigio libre de sospechas reales o infundadas); y 2- subjetivos (la emocionalidad, lo motivacional, la confianza, la identidad o afinidad ideológica, el carisma, el dinamismo,). Todo esto influye en el magnetismo, en la atracción hacia lo persuadido, lo propuesto.

El valor de la credibilidad de alguien parte del hecho de percibirle como veraz (que siempre dice, usa y profesa la verdad), como confiable (irradia esperanza y contamina a otr@s) respecto de algo y así consigue su apoyo participativo para alcanzar algo sostenible y defendible a partir del conocimiento, de las habilidades, las destrezas, las creencias, los valores, los principios y las expectativas de tod@s que deciden seguirle y acompañarle.

¿Qué determina la credibilidad? Este atributo es resultante de dos elementos: 1- competencia (que incluye las capacidades y el involucramiento en el asunto enfrentado: lo que toca gestionar); y 2- el carácter (que implica la integridad personal y la motivación o intención del logro propuesto). Las capacidades son todos los elementos esenciales constituyentes del ser (dones, talentos, herramientas, actitudes, conocimiento y fortalezas naturales y que se adquieren a lo largo de la vida, de la formación, del aprendizaje) que -debidamente engranados, alineados y lubricados- pueden conducir hacia el fruto o resultado deseado y propuesto. El involucramiento metódico habla de implicación: es estar identificado con el propósito. La integridad se vincula con la tríada conformada por honestidad, congruencia y coraje. La intención se relaciona con el motivo: la causa que mueve, lo que motoriza y lleva al accionar.

¿Cómo ser un líder genuino y creíble que sabe adónde le toca ir y cómo y cuándo llegar? La respuesta no es fácil, pero la demostración de este enunciado sólo pide comprender cada una de sus palabras: solamente así, en la interioridad individual está la verdad que, para ser hallada, ha de colarse todo usando los tamices de la rectitud, la fortaleza moral, la benevolencia, el respeto a lo debido, la honestidad, el honor y la lealtad.

Quien lidera tiene siempre presente que todos los esfuerzos no siempre causan efectos inmediatos y por esto dispone un tiempo para la implementación y la ejecución, pues la nave no ha de quedar al garete. De aquí que ha de escribir (¡sí: ESCRIBIR) la secuencia de pasos que han de darse uno tras otro dentro de tal tiempo para la ejecución conjunta con sus aliad@s, fomentando y transmitiendo credibilidad y confianza.

Quien lidera tiene una visión clarísima (prístina) de adónde ha de llegarse mediante el accionar de tod@s junt@s, unid@s al unísono, y por esto observa vigilante y permanentemente cada movimiento: monitorea, casi ni pestañea, no puede darse el lujo de que el avance en el rumbo se desvíe ni un milímetro del camino trazado estratégicamente para llegar a cada una de las metas tácticas cuyo alcance ordenado hará posible el logro del propósito (eso que también se denomina “el objetivo”).

Como prueba de la veracidad de todo lo escrito acá está el ejemplo de la lideresa que con todas sus virtudes como conductora ha movido las voluntades dentro de un país a través de 5 metas -votar, contar, defender, cobrar y celebrar- para apoyar y elegir a su aliado que obtuvo cerca del 70% del respaldo de la nación: un varón inteligente y prudente, formado profesional y formalmente, que no improvisa ni una letra de lo que sabe que le toca expresar y por eso siempre lee lo que escribió para cada ocasión: ambos son líderes que muestran sus fortalezas, exhibiendo sus tácticas para abatir sus debilidades, con la intención de enfrentar oportuna y exitosamente todas las amenazas ¡hasta el final!

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Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivas del autor y no reflejan necesariamente la posición de El Carabobeño sobre el tema en cuestión.

Chichí Páez

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