Enmillyn Araujo

El riesgo de contraer coronavirus, la medida de aislamiento y la restricción del transporte no detiene a los zulianos que caminan por dos o cuatros horas en busca de alimentos, agua, gasolina o para ir a trabajar.

La necesidad prevalece y se agudiza a 22 días de la cuarentena decretada por Nicolás Maduro. En el Zulia se registran 4 de los 166 casos de COVID-19 y una de las 7 muertes confirmadas en el país por funcionarios del Ejecutivo Nacional, hasta el domingo.

Lorenzo Pacheco, de 26 años, es uno de los empleados, que pese a las advertencias de mantenerse en casa, salió para mantener a su familia. El joven caminó más de 3 horas desde su trabajo en una conocida cadena de ferreterías, localizada en la Circunvalación 1 en las cercanías de la avenida La Limpia, hasta su hogar en Los Haticos, por la falta de transporte público ante la escasez de combustible.

«Caminé por toda la avenida la Limpia hasta el centro, esperando que pasara un carrito. Estuve a punto de llorar por la impotencia, me dolían los pies y durante el camino me dio fatiga, así que tuve que detenerme frente a una casa para descansar. La piel se me está pelando como si hubiese ido a la playa”, relató el padre de una niña de dos años.

Luis González, trabajador informal,  narró la situación muy difícil en la que está obligado a salir a la calle para resolver y traer comida a la casa, exponiéndote al virus al tocar los billetes cuando compras o vendes productos. Como medida de prevención desinfecta sus manos con antibacterial, pero esta consciente de que no todos lo hacen.

Regresan los apagones

Dos fallas eléctricas consecutivas afectaron la región zuliana durante la madrugada, en la tercera semana del aislamiento colectivo. La primera ocurrió el jueves a las 6:35 de la mañana y se extendió por aproximadamente tres horas en algunos sectores de Maracaibo. La humedad habría sido a la causante de la avería.

En menos de 22 horas se registró el segundo apagón que se extendió por más de 16 horas en algunos sectores, afectando a la capital zuliana y a los municipios San Francisco, Jesús Enrique Lossada, La Cañada de Urdaneta, Machiques de Perijá, La Villa del Rosario, Mara y La Guajira. Esta vez fue ocasionada por «el polvo», indicaron voceros gubernamentales.

Lisandro Cabello, secretario de Gobierno del estado Zulia, informó cuatro horas después del incidente  que los 8 municipios afectados continuarían sin electricidad por un «mantenimiento profundo en las subestaciones» y que el servicio comenzaría a restablecerse en horas del mediodía, según declaraciones enviadas por la Oficina de Información y Prensa del Ejecutivo del estado Zulia (Oipeez).

«Dos madrugadas seguidas sin electricidad, hay mucho calor y el remate sin señal en las líneas telefónicas», señaló Marianela Linares, habitante de Villa Baralt.

Jackeline Toro expresó su molestia a través de un estado de WhatsApp: «Récord, después de 16 horas llega la electricidad a Mara Norte».

Habitantes de Maracaibo denunciaron que desde inicio de la cuarentena se registran cortes eléctricos de hasta tres y cuatro horas, sin previo aviso, y también fluctuaciones en una temporada de gran demanda energética por las altas temperaturas. En un estado marcado por años de constantes fallas en el servicio, el gobernador de la entidad, Omar Prieto advirtió que debía hacerse uso racional de la electricidad.

Fallas en el suministro de gasolina

El vicepresidente sectorial para el área económica, Tareck El Aissami, denunció el pasado viernes 3 de abril que las medidas coercitivas de Estados Unidos contra el país impiden la producción de combustible. Aunque la escasez de gasolina ya era evidente antes de la cuarentena. Largas colas se observaban en las diversas estaciones de servicio  de los estados fronterizos Zulia y Táchira.

En Maracaibo los revendedores ofertan un litro de gasolina en $3 durante el aislamiento, a diferencia del estado Carabobo, donde el precio por litro oscila entre $1 y $2.

«Conseguí 20 litros por $60 y lo peor es que se lo compré a un guardia en la zona norte», declaró un conductor zuliano, quien prefirió el anonimato por temor a represalias.

Ante la contingencia de salud, la especulación continúa. Choferes cobran discrecionalmente entre 30 mil y 50 mil bolívares por un pasaje, que semanas antes se ubicaba en 10 mil o 15 mil bolívares sin aprobación de la municipalidad.

«Cuando me subí a un carrito con mi esposa para ir a la consulta de obstetricia el chofer nos cobró  50 mil por cada uno. Quedé pasmado. Por suerte una prima nos los prestó, pero es un total abuso. El conductor dijo que había aumentado el pasaje por la cuarentena y porque tenía que comprar la gasolina a revendedores», relató Néstor Olivero.

Aislamiento sin agua

Para Angélica Castellanos, de 28 años, cumplir con la cuarentena es imposible cuando falta el agua, indispensable para prevenir el contagio y la propagación del COVID-19. «La gente sale de su casa buscando camiones cisternas o botellones porque no tiene agua. Aquí en el Zulia nos tienen mal, es muy difícil hacer las recomendaciones que mandan para el coronavirus, como mantenernos en casa», afirmó la residente del barrio Unión de Ciudad Ojeda, en la Costa Oriental del Lago (COL).

Castellanos indicó que el agua fue distribuida hace tres semanas en el sector, pero su casa y la de otros vecinos no fue beneficiada. Supone que la falla se debe a una avería en las tuberías.

Los vecinos de la segunda etapa de Villa Baralt, en Maracaibo, compran agua a los camiones cisternas que transitan por la zona. Desde hace 4 años no cuentan con el servicio por las tuberías. «Debemos comprar la pipa de agua en 50 mil bolívares en efectivo a diario. Nos alcanza para bañarnos, cocinar y lavar los platos una vez al día porque somos cuatro personas. Cuando lavamos ropa una vez a la semana debemos comprar 3 pipas”, detalló Claritza Labarca.

Desde la urbanización Las Amalias, ubicada en la capital zuliana, a Raida Ferrer le preocupa como mantener protegida a su hija de 1 año y cuatro meses del virus de origen chino.  El agua no llega desde hace tres meses y al igual que los otros entrevistados debe comprarla a las cisternas.

«Consulté al señor del cisterna y el viaje pasó de $15 a $50 porque tiene que comprar la gasolina», puntualizó Ferrer, quien una vez al mes compraba los 10 mil litros de agua del camión para almacenar en el tanque de 12 mil litros de su hogar, donde vive con su hija, pareja, mamá y  cinco perros.

Con la tasa del dólar que cerró el viernes en 97.346 bolívares y con un sueldo mínimo de 250 mil bolívares, se requieren 19,4 salarios básicos (un año, siete meses y 14 días de trabajo) para costear el suministro de agua de un mes. Raida es publicista y su pareja trabaja en la venta de repuestos. Con sus ingresos superiores al salario básico pueden costear con dificultad el gasto.

El gobernador del Zulia anunció el 23 de marzo que los camiones cisternas serían abastecidos con gasolina para garantizar el suministro de agua a un costo de 15 mil bolívares la pipa. Vecinos de  Lago Azul, Pomona y Veritas -que también presentan dificultades para acceder al servicio- aseguran que no ha recibido el suministro gratuito.

El Observatorio Venezolano de los Servicios Públicos (OVSP) informó que solo el 16,7% de los hogares venezolanos recibe agua de forma continua.

Julio Cubas, presidente y vocero del organismo, detalló que el 13,3% de la población no recibe actualmente el suministro del servicio en sus viviendas, ni siquiera de forma racionada, tras un sondeo aplicado en 10 ciudades del país, entre estas Maracaibo.

Foto referencial

¿Y si se acaban los alimentos?

Según el Centro de Documentación y Análisis para los Trabajadores (Cendas) se requieren 67 salarios mínimos (16.800.466,49 o $226,74) para cubrir gastos de alimentación básicos.

En un país donde el sueldo básico es de 250.000 bolívares al mes se esfuma la posibilidad de prepararse ante una contingencia. La familia de Luis Perozo, conformada por su esposa y dos hijos, solo tenían arroz para comer y apenas transcurrían cinco días desde el inicio del aislamiento preventivo. Como a otros venezolanos, la cuarentena los tomó desprevenidos.

«He pedido prestado. Pero quienes podrían prestarme no tienen. La cosa está ruda. Hemos comido arroz solo desde ayer. Todavía queda un kilo de arroz, hay que administrarlo», dijo.

El padre de dos niños, de 2 y 4 años, redactaba de forma freelance textos para clientes que cesaron sus servicios ante la crisis económica que ha originado la pandemia en otros países.

«Estaba trabajando con dos clientes que decidieron suspender sus trabajos porque el coronavirus llegó a sus países. Eso me quitó de las manos el dinero que tenía seguro para estos días», aseveró.

A diferencia de Luis, Raida Ferrer reunió el dinero para comprar carne pero después de recorrer varios supermercados  no encontró.

«El país está parado, uno sin poder producir y mi bebé necesita sus alimentos, pañales y vacunas. Además, ya se empieza a ver que todo escasea, fui por carne y no había. Debo volver mañana», narró la angustiada primeriza.

Ana Delgado camina dos horas ida y vuelta, desde su casa en el barrio María Concepción Palacios, cerca del Hotel Gran Vía en la Circunvalación 1, hasta  el Unicentro Las Pulgas en el centro de Maracaibo, para «estirar» el efectivo que gana trabajando como peluquera en su hogar.

«En las bodegas de mi barrio todo está muy caro y no me alcanza para comprar varias cosas. Del centro con 100. 000 bolívares me traje plátanos, queso y verduras», indicó la mujer de 69 años, que vive sola y  realiza el mismo recorrido dos y hasta tres veces por semana.

Con el fin de garantizar los alimentos al pueblo durante el aislamiento, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció que el 18 de marzo iniciaría un despliegue nacional del Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP). La Gobernación del Zulia informó sobre la distribución de Bolsas CLAP en algunos municipios.

Vecinos del barrio María Concepción Palacios y Lago Azul de Maracaibo no han recibido el beneficio. Mientras que las familias de sectores como Veritas, Villa Sur y Sol Amado si tuvieron acceso a los alimentos subsidiados por un costo que varía entre los 2.000 y 50.000 bolívares en efectivo.

«En mi casa llegó la bolsa CLAP el jueves y pagué 2.000 bolívares. Trajo seis kilos de arroz, un kilo de harina de maíz blanca, una kilo de harina de trigo, una kilo de azúcar, cuatro pastas de medio kilo y un kilo de lenteja», especificó Elianny Pereira, vecina de Villa Sur.

Sumado a la entrega de alimentos, el Gobierno Nacional desarrolló una series de medidas económicas como paliativo ante la cuarentena: El pago de nómina a través del sistema de la patria por seis meses para las empresas pequeñas y medianas; suspendió el pago de alquileres de locales y viviendas por un semestre; la entrega de un bono para trabajadores formales e informales a través del carnet de la patria y la inamovilidad laboral hasta diciembre del 2020, entre otras.

A pesar de las medidas, organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han advertido sobre la vulnerabilidad de los venezolanos envueltos en una crisis de servicios y sanitaria.




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