“El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”  Churchill

Desidia es un término que procede de un vocablo latino que hace referencia a la negligencia o la inercia. La desidia, por lo tanto, está relacionada a la falta de cuidado o aplicación y a la apatía. Puede asociarse a la dejadez, la indolencia, el desgano, el desinterés, la holgazanería, la pasividad y la vagancia que una persona o conjunto humano (directiva, gobierno, etc) manifieste frente a una determinada situación.

La noción de desidia también puede estar vinculada al abandono, la desatención y las faltas en el cumplimiento de una obligación. En los medios de comunicación suele utilizarse para referirse a la falta de atención de un gobierno  en torno a las necesidades del pueblo al cual dirige.

Si un gobierno no procura trabajar por el mantenimiento de una determinada calle, los ciudadanos podrán acusarlo de cometer un acto de desidia. En la Venezuela socialista hay infinidades de ejemplos de desidia. El más notorio es el abandono de la estructura física del ferrocarril Puerto Cabello – La Victoria ahora inexistente ¿cuánto dinero se ha perdido en esa abandonada obra? y más recientemente los incendios ocurridos esta semana en el puente Rafael Urdaneta sobre el Lago de Maracaibo, por falta de un mantenimiento preventivo total.  Este tipo de conductas o actitudes incluso pueden resultar fatales, si se produce un accidente de gravedad en dicha zona.

La desidia, es una enfermedad cada vez más común en las últimas dos décadas correspondiente al proceso revolucionario venezolano.

El concepto se ha venido utilizando en la actual Venezuela en el ámbito de la salud mental para referirse al cuadro patológico relacionado con la depresión. Debido a la crisis reinante, un porcentaje significativo de la población sufre de apatía frente a lo que le rodea y son imbuido por un círculo vicioso en el que cuanto menos hacen, menos les apetece hacer,

 

Este tipo de mecanismos suele bloquearlos completamente, al punto de que deseen dejar a un lado todas sus responsabilidades. En algunos casos, esta situación de tristeza y de desinterés  constante puede afectar muchos planos de la vida del soberano, no solamente la parte emocional, sino también la conductual.

Debido al caos imperante en la Venezuela socialista, la desidia es una enfermedad que puede afectar a gran parte de la población, a algunos de modo más grave que a otros; en los últimos años los problemas vinculados con la crisis económica y el ritmo de vida acelerado, incluyen esta desmotivación por la vida y por todo lo que antes causaba energía y alegría. Ejemplo de esta lamentable realidad es la diáspora venezolana.

Son demasiados los modelos de la ineficiencia administrativa del actual régimen gubernamental que han puesto de manifiesto el fracaso del “proceso revolucionario”, entre ellos se pueden describir que la mayoría de las carreteras del país están  peligrosamente intransitables, buena parte de las calles y avenidas de casi todas las ciudades del país están sin drenaje y con el asfalto es estado deplorable. ¿Por qué los ministerios comprometidos con estas anomalías, gobernaciones y alcaldías no han resuelto estos graves problemas?

En materia de inseguridad pública personal -Caracas es la ciudad más peligrosa del mundo-, se ha sido muy ineficiente en el efectivo y asertivo combate contra este peligrosísimo flagelo social. ¿Por qué las instituciones legislativas pro-régimen gubernamental no han promulgado leyes especiales orientadas a permitir que los cuerpos de seguridad sean más eficientes en el combate total a la delincuencia?

En materia de política habitacional, ¿por qué el Ministerio del Poder Popular de la Vivienda (MPPVI), gobernaciones, alcaldías y otras instituciones destinadas a resolver este gravísimo problema habitacional, no se han avocado a darle pronta solución?

En materia de salud pública, donde existen módulos de “Barrio Adentro”, buena parte de esas instalaciones destinadas a atender al paciente ambulatorio, no laboran las 24 horas del día y muchas se mantienen cerradas sin el recurso humano necesario que atienda la demanda de la salud del pueblo humilde. Haciéndose la misma pregunta: ¿Por qué este régimen con veinte años en el poder no ha resuelto esta peligrosísima contingencia?

Todas las inquietudes expuestas en los párrafos anteriores y otras más que serían muy largas de enunciar, constituyen los índices de control de resultados de la pésima gestión de este régimen socialista y lo peor del caso es que en todos los niveles jerárquicos públicos  no existe la noción de un posible cambio en el estilo de gestionar la cosa pública, tendente a cambiar su desidia en términos de efectividad (eficacia-eficiencia)  en todos los espacios del país, para poder garantizar a las futuras generaciones una nación con real prosperidad y justicia social.

Son muchas las muestras de la desidia administrativa de este régimen. La falta de políticas públicas proactivas en este terreno resulta desoladora. Ni siquiera hay un registro, unos perfiles, una orientación, una política de planificación prospectiva, de prioridades, teniendo en cuenta las necesidades críticas que existen en el sistema social-laboral-económico-político venezolano.

 

Ahora, luego de veinte años de robo depravado, de desidia absoluta, de incompetencia, de incuria, las razones que alegaron los golpistas el 4-F están elevadas a la enésima potencia, con más del 80 por ciento de la población pasando hambre añadir «(comiendo desperdicios hallados entre la basura)» y muriéndose de mengua en los hospitales por falta de atención
médica.

Por como están las cosas en Venezuela, con este régimen comunista, disoluto, irresponsable e inepto, se ha encaminado la destrucción total del país. No se peca de exagerado si se afirma que Venezuela está prácticamente paralizada. Aquí nada funciona, excepto la incompetencia.

 

 




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