(Foto cortesía)

La historia de las personas que necesitan transplante en Venezuela es dramática.Son años de espera por ese órgano que ahora llega con mucha menos frecuencia que hace unos años. Crónica.uno agraficó la historia de los pacientes que se someten a esta tortura en el país.

«Lamento mucho lo que acaba de suceder en estos dos años, que muchas personas no puedan vivir la experiencia de trasplantarse. Yo la viví y es algo insuperable. Durante cinco años no pude orinar. Soñaba con volverlo hacer, en mis sueños me orinaba, en mis oraciones estaba que antes de morir quería orinar. Y cuando me injertaron el riñón y pude hacerlo, ese día volví a nacer. Ahora la espera por un trasplante es una agonía”.

Reymer Villamizar recibió un riñón de un muchacho de Acarigua que falleció en un accidente de tránsito. Lo llamaron del Hospital Clínico Universitario de Caracas (HUC), a las 12:30 m. del 21 de julio de 2000. Durante los seis años que estuve en diálisis, un año no estuve dentro del programa de procura de órganos y tejidos. Nunca me llamaban, hasta que dije que tenía que jugarme el Kino si quería ganar y así lo hice.

Todos los años Reymer llevaba sus exámenes especializados y actualizados al Clínico, sin importar que llamaran. Esperó pacientemente hasta ese 21 de julio.

Llegó al hospital en 5 minutos. No estaba solo, otras dos personas fueron citadas por la doctora coordinadora de la procura. Al señor lo descartaron porque tenía gripe y la otra persona era una muchacha que nunca se había dializado, pero ya requería el trasplante. «Le dije que ojalá la escogieran a ella para que nunca tuviera que pasar por las máquinas”.

Las máquinas son las terapias sustitutivas de las personas que esperan por un trasplante. En el caso de Reymer durante cinco años estuvo en diálisis y por un año la recibió peritoneal. En esa época se vio muy mal. Le dieron 11 peritonitis. Pensó que no iba a sobrevivir.

El 20 de julio de 2000 llevó sus exámenes y dijo “a mí nunca me llaman”. El 21 se hizo el milagro para él.

Esas horas no las olvida. “Agradezco a esa familia en donde esté, su hijo trascendió en mí y cuando escuché y vi esa cascada amarilla del orine, nadie se imagina esa sensación. Es la vida, que uno valora y que está dispuesto a preservar. Por eso sigo en la lucha”.

Creó junto con Francisco Valencia, otro trasplantado, la Fundación Amigos Trasplantados de Venezuela, organización que no le deja dinero en el bolsillo, pero sí la satisfacción de ayudar a otros.

La historia de Villamizar, resumida en 8 párrafos, puede ser la historia de miles de venezolanos que están en la espera por un trasplante de riñón, hígado, córnea o tejidos de médula.

Esa lista no se conoce, pues desde que el Ministerio de Salud, a través de la Fundación Venezolana de Donaciones y Trasplantes de Órganos, Tejidos y Células (Fundavene) asumió las competencias de la Organización Nacional de Trasplante (ONTV) la procura de órganos y las cirugías descendieron drásticamente.

Espera por un trasplante 

El trasplante es un tratamiento médico que consiste en la transferencia de órganos, tejidos o celulas sanas a una persona que lo necesite, con el objetivo de restaurarle sus funciones perdidas o lesionadas.

Los pacientes con problemas graves de corazón, hígado y pulmones, los que tienen lesiones irreparables en tejidos como córneas, médula ósea, piel, huesos, riñón y páncreas pueden mejorar su calidad de vida con un injerto.

Hasta 2017 hacer este tipo de operaciones no tenía costo alguno para el paciente. Los gastos eran asumidos por el Estado, a través del Ministerio de Salud, que disponía de 11 centros de trasplantes:

  • La Ciudad Hospitalaria Enrique Tejera (CHET), de Valencia.
  • El Hospital Universitario de Caracas.
  • El hospital Miguel Pérez Carreño, dependiente del Seguro Social.
  • El hospital de niños J. M. de Los Ríos.
  • El hospital Militar Carlos Arvelo.
  • El Hospital Universitario de Los Andes.
  • El Hospital Central de Acarigua.
  • El Hospital Universitario de Maracaibo.
  • La clínica Metropolitana, donde solo se hacía de hígado, que —aunque es privada— se hacían alianzas.
  • El Instituto Médico La Floresta.
  • Además de un convenio con el Hospital de Clínicas Caracas, que fue donde Reymer recibió las terapias de sustitución.

¿Qué pasó con esas unidades? Existen aún. Lo que no se hace en ellas son trasplantes como en las décadas de los 2000.

Lea el trabajo completo en cronica.uno




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