El británico Isaac Newton (1642-1727) ha sido uno de los hombres de ciencia más grande de todos los tiempos. Destinado a ser un modesto agricultor, sin ningún tipo de vocación, su genio venció cualquier inconveniente para convertirse en el padre de la mecánica clásica mediante la ley universal que lleva su nombre, mundialmente conocida como la “ley de Newton”  y que, como todo el mundo sabe, permitió establecer las bases de la gravitación.

Según cuenta su biógrafo, William Stukeley, todo ocurrió gracias al famoso incidente de la manzana. En efecto parece ser que allá, por el año 1696, Isaac Newton mientras estaba descansando y meditando con ánimo contemplativo bajo la sombra de un árbol de manzanas, un fruto que, por lo visto ya estaba “MUY MADURO”, cayó pero no en la cabeza de Newton, como cuentan los libros  de historia, sino en el suelo, a una velocidad estimada por el mismo Newton “como directamente proporcional al peso del fruto que caía” y esta escena famosa renombrada por todos los libros de física del mundo, fué la que inspiró al eminente hombre de ciencia para inventar la famosa ley de Newton, fundamento de la de gravedad. Y así, cuando un fruto está “bien MADURO se cae al suelo por su proprio peso porque la fuerza gravitacional que lo atrae hacia el suelo es más fuerte que la fuerza que lo mantiene atado al poder, o sea al árbol!

Ahora bien, se preguntarán ustedes, ¿por cuál motivo hoy se me ocurrió hablar de esa famosa ley de Newton, piedra angular de la física moderna? Sencillamente porque hay fenómenos, en la naturaleza que vivimos todos los días, como la caída de un  fruto muy “MADURO”, frente a los cuales no vale la voluntad del hombre sino que hay que remitirse a las leyes naturales. En nuestra vida cotidiana, por ejemplo, gracias a todos los problemas que vivimos, sobran casos donde las fuerzas gravitacionales de la tierra, representadas en este caso por todos los problemas que vivimos diariamente en el mundo entero, como una decuplicada deuda pública, como una incontrolable devaluación de nuestro signo monetario irrisoriamente llamado bolívar fuerte, o como una  escasez dramática  de alimentos, de artículos de primera necesidad, hasta de gasolina, son dominantes y son muy capaces de atraer, en plena sintonía con la ley de Newton los frutos “MADUROS” que así se caen al suelo…y se pudren con consecuencias imprevisibles para la economía de un país.

La historia, maestra de vida, nos ha enseñado que no se deben violar las leyes de la naturaleza, porque los efectos colaterales podrían ser…funestos! Es por eso que, frente a la situación poco menos que dramática que vive el mundo entero y, en especiale nuestra América Latina, me ha parecido interesante hacer referencia a ciertas leyes naturales. Violarlas, como impedir por ejemplo que un fruto “MADURO” se caiga, no se debe!  Está demás decir que cualquier parecido con situaciones conocidas es …pura casualidad o una malintencionada alusión de algún sembrador de cizaña!

Desde Italia – Paolo Montanari Tigri




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