¿Han subido el Everest? Preguntó la docente a sus estudiantes. Segundos más tarde, uno de los presentes respondió:“metafóricamente sí”, dejando entrever que si bien, no hemos escalado la montaña más alta del mundo, todos en la vida tenemos proyectos a los que debemos ponerle corazón y disciplina, cumpliendo metas previas antes de alcanzar el gran objetivo, porque a la cúspide no se llega de la noche a la mañana, hay que prepararse durante un buen tiempo, sumando a la agenda perseverancia, inteligencia emocional y dosis de buen humor para bajar la ansiedad.

Tras una breve reflexión grupal, otra estudiante indicó que todos tenemos nuestros propios Everest, asuntos que hemos visualizado, en los que debemos trabajar para que se materialicen. Y esa en realidad es la esencia de la vida: soñar, trazar, planificar y actuar. Recorrer esos caminos que en algunas oportunidades no son para nada fáciles, pero es que al Everest no se llegan sin sacrificio y esfuerzo. A veces la escalada deja heridas que van sanando con el tiempo.

Dejando la metáfora a un lado, quienes se proponen escalar la cima del mundo preparan el ascenso durante dos años y medio. Solo de esa manera adquieren conocimientos técnicos, aclimatarse, excelente preparación físicay ganan experiencia de montaña, porque para llegar al Everest debemos alcanzar sierras de menor calibre, lo que se traduce, en propósitos pequeños que permitirán un arribo  satisfactorio.

En esa dirección, el artículo de hoy busca inspirar entre tanta desesperanza. Una especie de exhorto para que todos se propongan a subir su propio Everest y comiencen a trabajar en ello. ¿Usted desea participar en un Triatlón? Pues no obtendrá resultados positivos sin entrenamiento. ¿Quiere obtener un título universitario?Para que la meta se cumpla, debe pasar horas desvelándose, reflexionado, deconstruyendo, proponiendo, haciendo. ¿En su mente se proyecta paseando por las calles de Berlín?Tome en consideración que esa visualización sólo se convertirá en realidad si trabaja duro y ahorra. En todos los casos, la perseverancia, la fuerza de voluntad y la paciencia, deben ser trabajados. No queremos que se quede a medio camino.

En conclusión, escalar el Everest y trabajar en nuestras metas implica sacrificio. Siempre sostengo que el futuro no se hereda, se forja y dependerá de nuestras acciones diarias. Un mal paso al levantarse en las mañanas, puede arruinar el día por una caída, así que, desde bien temprano, sus pasos deben ser firmes. Si se cae, se levanta, reprograma y sigue. Por ningún motivo abandone sus planes, sus sueños, su felicidad. En fin, venimos al mundo a eso, a trascender y alcanzar la felicidad.

En ese transitar algunos alpinistas se quedan a la mitad. No evalúan condiciones climáticas, la preparación en montaña es insuficiente, incluso, a veces por negligencia se pierde el rumbo y la vida, por esa razón, cumplir agendas previas es esencial, así como el acompañamiento de buenos consejeros que nos ayuden y motiven a seguir adelante. De esa manera la carga es más liviana, por eso los “sherpas” en Nepal, son elementales para quienes se proponen llegar a los más de 8 mil metros que representan la montaña más alta del planeta. Los sherpas nos facilitan la vida, pues nos ayudan a cargar el equipaje.

En conclusión, planifique su escalada al Everest y cumpla con lo que visualice en la vida. A fin de cuentas, estamos en la tierra para emprender esos recorridos emocionantes que nos eleven espiritualmente y, por ende, nos conviertan en mejores seres humanos. Y ustedes ¿ya subieron el Everest?

 




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