Con los diplomáticos fieles a Nicolás Maduro aún en la embajada oficial de Venezuela en Estados Unidos, los aliados del líder opositor Juan Guaidó construyeron su propia misión con discretas reuniones en legaciones de otros países, a bordo de Uber y en la sede de una ONG venezolana.

El enigma sobre cuál era la sede en EE.UU. de los representantes de Guaidó se resolvió esta semana: se han reunido en varias embajadas de Washington, incluidas la de Colombia y la Unión Europea (UE), y además han operado en la sede de la ONG Visión Democrática, dedicada a la «diáspora» venezolana.

Carlos Vecchio, el enviado en Estados Unidos del líder opositor, se mueve además en Uber por Washington, lidiando con el tráfico de reunión en reunión.

«Soy el único embajador que anda en Uber», bromeó Vecchio el lunes. Ese día pudo entrar por primera vez en tres sedes diplomáticas de Venezuela: el consulado de Nueva York y dos edificios en Washington del Ministerio de Defensa venezolano, entre los que se incluye la agregaduría militar.

El inmueble blanco y de ladrillo de la agregaduría funcionará ahora como «centro político» para organizar, como dicen los seguidores de Guaidó, el fin de la «usurpación» de Nicolás Maduro, quien volvió a tomar posesión de su cargo el 10 de enero como fruto de unas elecciones celebradas el pasado mayo y no reconocidas por la oposición.

Mientras tanto, el consulado de Nueva York se prepara para prestar servicios consulares.

Los venezolanos han sido, precisamente, los más perjudicados por la situación de confusión de los últimos dos meses. Maduro rompió relaciones diplomáticas con EE.UU. después de que Washington reconociera a Guaidó como presidente «legítimo» y los venezolanos se quedaron sin consulados a los que acudir.

Los únicos diplomáticos fieles a Maduro que siguen en EE.UU. son los que trabajan ante la ONU, en Nueva York, y la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington.

Sin saber a dónde acudir, decenas de venezolanos comenzaron a llamar por teléfono a la embajada de Colombia para preguntar si podían tramitar allí su renovación de pasaporte.

Miles de venezolanos en el exterior viven con la documentación vencida porque el proceso para renovar el pasaporte es muy costoso y farragoso con una burocracia infinita. Pero, sin pasaporte, los venezolanos no pueden regularizar su situación migratoria y tampoco acceder a empleos formales.

Fuentes de la embajada de Colombia hablaron a Efe de las repetidas llamadas de los venezolanos, fruto de un informe de prensa que apuntaba a que el equipo del embajador en EE.UU. de Guaidó había establecido su «sede» provisional en la espaciosa legación diplomática colombiana.

Lo que sí se produjo en la embajada de Colombia fueron frecuentes reuniones sobre la crisis venezolana, hasta «dos o tres» veces por semana. Pero, esas citas estaban vinculadas con Colombia y a ellas asistieron sus diplomáticos, incluido el embajador colombiano, Francisco Santos, conocido como «Pacho».

En una entrevista con Efe, Vecchio explica que su equipo -compuesto por entre cinco y ocho personas- también mantuvo reuniones en la embajada de la UE.

«Hemos estado en una situación irregular, yo he estado en la calle más que en cualquier espacio físico, he estado repartido. Hemos recibido apoyo de todas las embajadas incluida la de Colombia. ¿Cómo? Organizando reuniones, algunas en casa del embajador (de Colombia), otras en otras embajadas», detalla Vecchio.

También han operado en unas oficinas en el corazón de Washington que la ONG Visión Democrática alquila al prestigioso centro de pensamiento Diálogo Interamericano.

En esas oficinas, los enviados de Guaidó reparten sus portátiles sobre unas largas mesas de color blanco. En una pared, cuelgan dos pequeños carteles con los colores amarillo, azul y rojo de la bandera venezolana: «Alianzas para el desarrollo» y «Conectando a la diáspora».

El siguiente objetivo de los representantes de Guaidó es recuperar el edificio oficial de la embajada de Venezuela en el histórico barrio de Georgetown, en Washington; pero aún no sabe cuándo ocurrirá.

De momento, Vecchio sigue siendo un enviado nómada. El lunes se reunió con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, y a la salida allí estaba esperando un Uber, según comprobó Efe.

Mientras anochecía en Washington, el teléfono de Vecchio brillaba con una luz blanquecina: «¿Será ese mi Uber? ¡Hasta luego!».




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