“ Los grandes hombres son aquellos que ven que la espiritualidad es más fuerte que cualquier fuerza material, que los pensamientos gobiernan el mundo” . Ralph Waldo Emerson

Recientemente un amigo de “la vieja guardia” nos comentaba con pronunciada ironía… “Y ahora a María Corina le ha dado por desarrollar una campaña espiritual”, comentario que más que incomodarnos, nos invitó a la reflexión, en virtud que puede resultar un reduccionismo muy simple el considerar lo espiritual como un asunto solamente religioso. Lo espiritual es esa conexión que nos permite concatenar los valores y principios con los verdaderos reguladores de nuestro comportamiento. Y ahí radica su fuerza y potencial para la política. En la lucha por lograr la libertad de Venezuela no son suficientes los valores y principios democráticos, y menos no contar con la debida entereza y lucidez de la dimensión del mal con el cual debemos enfrentarnos para lograr recuperar nuestro país, sino la posición de fuerza y la entereza espiritual, para hacerlos valer.

Indagamos en lo reportado en las redes y nos encontramos, de manera muy resumida, que esto es lo que ha manifestado la candidata que acumula un 75% de favoritismo para las próximas elecciones presidenciales: “Esto es una lucha espiritual entre el bien y el mal… Estamos dando una lucha que va más allá de lo electoral; es una lucha espiritual y eso nos une a todos… Cuando decimos que esta es una lucha espiritual, es porque sabemos que enfrentamos al mal y que debemos aferrarnos también a la fe para derrotarlos… Fe y trabajo, confianza y fuerza. Esta lucha espiritual nos reúne para ver a Venezuela libre muy pronto y unir a nuestras familias…” En tales afirmaciones muy meditadas y equilibradas encontramos la fuerza, la razón y la pasión que nos alienta a acompañarla en su lucha libertaria.

Si bien durante muchos siglos la palabra espiritualidad era un término exclusivo de las religiones, y en nuestro espacio cristiano occidental concretamente, lo espiritual, ciñéndose a su etimología, significa lo opuesto a material, corporal, terrenal, temporal, y político. En aquellos tiempos una persona sería tanto más espiritual cuanto más se apartase de lo material, de las preocupaciones terrestres y temporales, y más se entregara a los asuntos espirituales, a los asuntos de Dios. Así que para un buen cristiano la espiritualidad poco o nada tendría que hacer ante la política, excepto apartarse de ella. Huirle lo más lejos posible. Asi las cosas, la espiritualidad, cuanto más lejos de la política, mejor. Así era en aquel entonces, pero los tiempos cambiaron, y mucho.

Si bien puede resultar paradójico concatenar la espiritualidad con la política, pues hoy lo que se percibe acá como política, es ese cúmulo de trapisondas para propiciar inhabilitaciones, es esa confabulación de estrategias llamadas químicas que no llegan a alquimias nauseabundas para desplazar a quien, además de haber sido escogida por una indiscutible mayoría de compatriotas; precisamente se empeña en asirse a lo espiritual para la búsqueda y organización del bien común, el bien de todos los ciudadanos de nuestro país; planteando una política sana, pulcra y autentica, buscando alcanzar el poder como medio indispensable para servir, para lograr, más allá de las aspiraciones individualistas (que de por si las tenía garantizadas desde su nacimiento) lo que anhelamos y merecemos todos los venezolanos de buena voluntad.

Acompañémosla en esta cruzada de regeneración de la política, en esta indispensable tarea de sacar a nuestro país de este terrible marasmo. Por supuesto que es posible espiritualizar la política, y ella lo está demostrando.

El autor del libro Lo espiritual en política , Paul Valadier.SJ profesor emérito de las facultades jesuitas en París, apuntó estas reflexiones, que tal vez permitan precisar lo argumentado en esta ocasión: “Lo espiritual va más allá de las organizaciones religiosas. Cada humano tiene una vida espiritual, que no es algo propio de los creyentes y nada más; es el conocimiento del propio espíritu a través de las artes, de la lectura, de la meditación personal… La vida política no es un campo de rosas, es un campo de batalla. La política puede ser algo positivo, siempre y cuando esté abierta a los valores del espíritu. La política sin conciencia, sin referencia a la espiritualidad, es la ruina de la sociedad”

Manuel Barreto Hernaiz

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