La formación de un médico otorrinolaringólogo en Venezuela, toma entre 10 a 12 años. Comprende 6 años de universidad para obtener el título de médico cirujano. Un año de ejercicio en un área rural o dos como interno en algún hospital del Estado. Luego, según el postgrado sea universitario o asistencial, uno o dos años como interno en un servicio de cirugía general, para luego ingresar como residente de otorrinolaringología y recibir el título de médico otorrinolaringólogo, conocidos por todos como ORL u otorrinos.

Con esta especialidad, médico–quirúrgica, se atienden pacientes con dolencias tan importantes para el buen vivir como aquellas que comprometen la respiración (desviación del septum nasal, hipertrofia de cornetes, rinitis alérgica, rinosinusitis crónica, etc). También pacientes con hipoacusia o disfonía, que limitan la comunicación humana.

Otros problemas agrupados dentro de las tres condiciones que mayor impacto producen en el ser humano como los trastornos del equilibrio y el tinnitus. Los ORL atienden los niños y adultos con enfermedad en la faringe (amígdalas y adenoides) para instaurar tratamiento médico y en ocasiones resolver quirúrgicamente. Y son muchas las patologías que competen al ORL como: Otitis media, epistaxis (sangrado por la nariz), cuerpos extraños en vía aérea, dolor de oído, tumores y más.

En el país habría entre 500 y 1000 médicos ORL formados en sus postgrados, algunos de ellos, ya fuera de nuestras fronteras. La gran mayoría, inscritos en la Sociedad Venezolana de Otorrinolaringología quien se ocupa de fomentar el mejoramiento profesional a través de congresos, cursos y jornadas; dirigidos, no solo a médicos especialistas, sino también a profesiones afines como foniatras o terapistas de lenguaje, y con especial énfasis en los residentes.

En este apartado de cursos de actualización dirigidos a residentes, es necesario mencionar a la doctora Sajidxa Mariño que ha estado bajo el liderazgo en los últimos 10 años aproximadamente. También a los miembros de las diferentes juntas directivas en este lapso y tantos “héroes anónimos” como las doctoras Mariana Lossada y Rosario Sano, porque han brindado el apoyo incondicional y han sabido sortear las diversas limitaciones de cada periodo para salir adelante con la misión de velar por el mejoramiento continuo en el ejercicio profesional de sus miembros y la capacitación a las nuevas generaciones.

Desde su origen en 1955, son muchos los médicos ORL que han integrado la junta directiva y les ha tocado trabajar en “momentos difíciles” en pro de contribuir a una excelente atención, bienestar y a una mejor calidad de vida de nuestros ciudadanos, como lo expresa su misión, pero ninguno con tantas dificultades y limitaciones como el actual.

Sin embargo, la doctora Ligia Acosta y su equipo de la junta directiva vigente, merecen un reconocimiento especial por mantener vivo el espíritu de los fundadores y permanecer con la agenda plena con tantas actividades formación y de promoción de la salud como la semana de la audición, la semana de la voz, jornadas de actualización, talleres de investigación, participación en congresos internacionales, visitas a fundaciones y la participación permanente, de voceros y miembros de la SVORL, en medios de comunicación para poner en evidencia el compromiso, la constancia, la responsabilidad, formación y la vocación de servicio, a través de procesos innovadores, valores que identifican la SVORL.

Como ciudadano venezolano, como miembro de la SVORL, como hombre, siento un gran orgullo y admiración por esta junta directiva que refuerza el orgullo de ser médico, otorrinolaringólogo, venezolano.




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